sábado, 29 de septiembre de 2012

Rollo de una noche

Y me encuentro en la barra ahogando mis penas en la cerveza y pienso en todo lo que ha pasado en los últimos años. Momentos felices y momentos tristes, el largo recorrido de una vida cómoda por momentos e incómoda en ocasiones. En las victorias y en los fracasos, en las tristezas y en las alegrías. Hago balance y me doy cuenta de que me encuentro triste. Bebo buscando consuelo, un consuelo momentáneo, llegar hasta la melopea y quedar inconsciente. Suena música triste, de abandonos, de engaños, de desamor. Me fundo en el desengaño mientras apuro la penúltima cerveza. Porque sé que es la penúltima, siempre será la penúltima. 

Me siento borracho, idiotizado, me tambaleo. Y te veo, al otro lado de la barra. Te pido otra cerveza. Me miras y me preguntas qué estoy celebrando. Te digo que no celebro nada, que estoy lamentando. Me preguntas el por qué, y mis lágrimas te contestan. Me dices que no crees que nada sea tan importante como para que un tipo tan grande como el que tienes enfrente se ponga a llorar. Mientras abres la botella me dices que no te gusta verme así, tan triste, tan hundido. Nos conocemos desde hace mucho tiempo, me he gastado mucho dinero en ese lugar. Incluso sabes mi nombre, como yo el tuyo. Bebo. Me invitas a hablar, te interesas por mí, quieres saber qué me pasa. No tengo ganas de hablar, pero tu insistencia vence mi resistencia. Te cuento que he perdido mi trabajo, te hablo de la traición de una mujer, te hablo de las otras mujeres, de lo mal que me he portado con ellas y de lo mal que se han portado conmigo. No me juzgas, sólo escuchas. Te hablo de la cama vacía, de mi vacío interior. Sacas un pañuelo y me secas las lágrimas, me acaricias y me dices que no pasa nada. Me tranquilizas. 

Llega la hora de cerrar, sin embargo dejas que siga allí, terminándome la cerveza. Terminas de recoger, echas el cierre, llegas a la barra y sacas dos cervezas. Una para ti y otra para mí. Me dices que invita la casa. Te lo agradezco. Sales de la barra y me acompañas. Las lágrimas siguen brotando de mi cara y pones tu mano sobre mi hombro. Me acaricias. Me miras a los ojos y me abrazas. Quedamos de pie, abrazados. Un abrazo largo, sentido, afectuoso. Siento tu calor y tus latidos. Secas mis lágrimas con tus mejillas. Me besas en la frente. Te sonrío, me sonríes. Besas mi mejilla, yo beso la tuya. Seguimos abrazados. Acaricias mi espalda mientras me miras a los ojos. Siento tu aliento. Acerco mi boca a la tuya y miro a tus ojos buscando aprobación. Cierras los ojos y te ofreces. Nos besamos. Nuestras lenguas se entrelazan como nuestros brazos. Es un beso dulce, delicado. Nos deleitamos con nuestros labios, nuestras lenguas, nuestras manos. Te separas de mí y me dices que espere un momento. Abres la puerta de atrás, me invitas a acompañarte. Cierras el bar y subimos hasta tu casa.

Nos besamos nuevamente, con más pasión, con ansia. Tus brazos rodean mi cuello y los míos se posan en tus caderas, acercándome hacia ti. Quiero sentirte. Tus manos acarician mi espalda y van bajando hasta mis nalgas, las mías hacen idéntico camino. Sientes como mi verga va creciendo bajo los pantalones y te aprietas hacia mí al mismo tiempo que nuestras lenguas siguen su lucha. Me haces sentar en la cama. Me quitas la camiseta. Yo te quito tu camisa de tirantes y observo tus pechos escondidos bajo el brassier. No me dejas que te lo quite. Te lo quitas tú sola y me dejas a la vista tus dos grandes pechos coronados por una aureola rosada. Tus pezones están enhiestos, los toco, me los llevo a la boca, los saboreo, los chupo, los muerdo. Tu gimes y tus manos me acarician la polla sobre el pantalón. Me recuestas en la cama y te subes sobre mí. Te deshaces la trenza y dejas caer tu cabello sobre mi pecho desnudo. Me besas, me besas los labios, el cuello, el pecho. Besas mis pezones, los lames, los chupas, los muerdes. Tus manos luchan con mi cinturón, lo desabrochas. Las mías tocan tus nalgas por debajo de tu pantalón. Desabotonas el mío y me lo quitas. Me ayudas con el tuyo.

Repites la operación con tus besos, recorres cada centímetro de mi piel con tu lengua desde el cuello hasta mi vientre. Acaricio tus pechos. Tu mano se mete debajo de mis calzones y acarician mi verga dura. Bajas y me la besas por encima de la tela, me la muerdes. Me bajas los calzones y te encuentras con mi polla que salta como un resorte. La miras, me miras y la chupas como una paleta desde la base hasta la punta. Eso me gusta. Vuelves a chupar golosa mi miembro hasta que llegas a mis huevos. Los besas, los chupas, te los metes en la boca, los sorbes. Me estremezco. Te metes mi rabo en tu boca y me masturbas con tus manos. Estoy en la gloria. Te quitas las bragas y te subes encima de mi. Entra de un solo y gimes. Me cabalgas como una amazona sobre un potro desbocado. Gimes, jadeas y gritas, te vienes y me besas. Te sales de tu montura y te recuestas a mi lado. Con tu mano me haces acabar y quedamos dormidos, abrazados, satisfechos, agotados.

1 comentario:

  1. Me pregunto si alguna vez te consuelas sin sexo.....seguiré leyendo

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