lunes, 27 de mayo de 2013

Fiesta deliciosa

Pasar una deliciosa velada, entre amigos. La fiesta, el baile, el alcohol, los roces, intencionados o no; los juegos, el quítate tú pa' ponerme yo. Excitantes imágenes que dejan a la altura del betún el tan manido juego de la botella....

Eso sí es fiesta con happy ending...



lunes, 20 de mayo de 2013

Despertar en otra cama (II)

Te deleitas mientras te cuento lo que hice ayer con otra chica. Estamos desnudos, en tu cama. Tu mano, bajo las sábanas, acaricia mi polla. Suavemente, como a mí me gusta. Me pides más detalles, que te cuente cómo follábamos, cómo me la mamaba, el sabor de su sexo... Noto como aprietas mi polla con cada una de las palabras que torpemente salen de mi boca. Lo que me haces no deja concentrarme, aún así, sigues insistiendo en que te de más detalles. En circunstancias normales, ya te hubiera agarrado contra la pared y te hubiera taladrado ese coñito húmedo que tienes. Pero no. Me tienes esposado al cabecero de tu cama. A tu merced. Insisto con que me liberes, pero no me dejas...

Después de una ducha rápida, volví a colocarme la misma ropa del día anterior salvo los boxers, que no había un Dios que los encontrara. En algún momento, durante el fragor de la batalla, se extravió la prenda y no había tiempo para ponerse a buscarla. Desayunamos un café con un par de galletas y salimos hacia nuestros respectivos trabajos, no sin antes despedirnos con un tórrido beso en el vestíbulo de la estación de metro y la promesa de recuperar el preciado botín de guerra en una próxima visita.


Te colocas delante de mí. Frente a tu cara quedan mi polla y mis huevos que acaricias con tu melena. Ahora no me vas a tocar. Me quieres hacer sufrir y lo consigues de verdad. Me sigues pidiendo que te cuente más sobre mi encuentro con L. Nuestro primer beso en el parque, cómo me tocaba la polla en aquel taxi, la mamada en el portal. Me pides que te describa como me comía su coño mientras colocas tu sexo sobre mi boca. Quieres que te lo coma como se lo hice a ella. Te digo que no puedo, que necesito mis manos. "Apáñate con la lengua, cabrón". Acato sin rechistar. Te noto enojada, a la vez que excitada. Sin duda te ha molestado enterarte que ayer me follé a otra, o quizás no. No sé qué tanto de realidad o de juego hay en tu actitud. Me empapo de tus jugos...

Así, sin ropa interior, me dirigí a la oficina. Es una sensación diferente, como de libertad. Es como ir en pelotas, pero con el pantalón. Ahí, delante de tanta gente, en ese vagón atestado de personas todavía con la legaña, sentir el fresco de la mañana y el roce de la tela en mi polla. Todo ello hizo que tuviera una potente erección. Iba concentrado en todo aquello que me ofrecías mis sentidos, cuando de repente, al llegar a una estación, una voz me despertó de mi ensoñación. "Tenga cuidado con eso, papi, o va a lastimar a alguien" Una preciosa chica latina se dio cuenta de mi excitación y quiso advertirme. Me regaló una sonrisa, levantó un poco la barbilla y se pasó la lengua por los labios, para terminar con un pícaro guiño y salir del vagón. Poco me faltó para ir detrás de ella. La visión de esas nalgas embutidas en aquellos leggings blancos y esas botas negras eran una tentación muy grande para mí. Lástima que tenía que ir a trabajar. En otras circunstancias, no se me hubiera escapado. Tras unos instantes de turbación, me di cuenta de que, en efecto, estaba muy empalmado y era bastante evidente a través de la prenda. Si aquella deliciosa muchacha se había dado cuenta, probablemente el resto del vagón también y no era plan. Traté de disimular y cuando hubo un asiento disponible me senté. Busqué aplacar mi estado de sátiro mirando el teléfono móvil. Tenía varias llamadas perdidas y un sms. Era S. mi compañera del curso y la última en abandonarnos a L. y a mí la noche anterior. Por la hora de las llamadas y de los mensajes, no hubiera habido manera de contestarla ya que estaba en otros menesteres. Además, suelo tener la precaución de apagar el móvil cuando estoy bien ocupado.

"Has sido un niño malo y te mereces un castigo", me dices después de correrte sobre mi cara. Acto seguido, te levantas y sales de la cama. Hurgas en la mesilla de noche y sacas algo que, por mi posición, no consigo ver. Vuelves a ponerte frente a mi y repites la operación con tu melena. Yo me dejo hacer. "Así que te dejas la ropa interior en la casa de cualquiera" comentas con un tono que suena a reprimenda. Ya entiendo de qué va el tema. Te has enfadado por lo de L. Si seré bocazas... "Eso no está bien, nene, eso no está bien". No sé por qué narices a las tías les ha dado por llamarme "nene". Ayer L. y hoy tú. Eso me pasa por liarme con chicas mayores que yo. Te dispones a infligirme mi castigo y yo ya no sé a qué atenerme. Suena como si abrieras un bote y después siento algo líquido muy frío que se va escurriendo por la zona del perineo abriéndose paso hasta mi ano. Consigues erizarme los vellos. Con tu dedo vas masajeando la zona...

No fue hasta media mañana que llamé a S., disculpándome por no haberla llamado antes. S. me dijo que no pasaba nada, que qué bueno que la había llamado. Me dijo que lo había pasado muy bien tomando cervezas el día anterior y que le gustaría repetir. Le agradecí sus amables palabras y le propuse quedar otro día. "¿Y por qué no hoy?" - me preguntó. Vaya, por qué no, pensé. Total, era viernes y tampoco tenía ningún plan. Iría a mi casa, me cambiaría la ropa y saldría con ella. Parecía muy buena chica, simpática y tenía un cuerpazo. Quizás un poco más alta que L., vestía de forma distinta, más formal quizás. "Te paso recogiendo por la oficina, ¿vale?". - me indicó. No me dio tiempo a reaccionar y cuando me di cuenta, ya había concertado la cita y ella había colgado el teléfono. Ya no podría pasar por casa a cambiarme y me tendría que ver con la misma ropa del día anterior. Además, estaba el pequeño detalle de que no tenía ropa interior. Pero claro, tampoco tenía por qué pasar nada.

Ya metes tu segundo dedo en mi culo antes inexplorado. Es una sensación extraña, rara, pero no me desagrada, más bien al contrario. Pienso, si me estás castigando, ojalá todos los castigos fueran así. Tus dedos siguen haciendo su trabajo entrando y saliendo de mi, hasta el momento, virgen esfínter. El lugar tiene miles de terminaciones nerviosas y empiezo a sentir oleadas de placer, aunque también me gustaría que prestaras más atención a lo otro que tienes frente a tu cara. Tal vez sea ése el castigo, tal vez no. Acto seguido agarras el otro objeto que habías sacado de la mesilla, le untas esa crema lubrificante y me lo metes por el culo. "Hostia, eso si que ha dolido". No tienes piedad de mi y lo metes y sacas sin ningún miramiento. Intuyo que es uno de esos plugs anales o algo similar. Accionas un mecanismo y aquello empieza a vibrar. Veo las estrellas...

Al salir del trabajo, S. me estaba esperando en la puerta al lado de su coche. Dos besos en las mejillas, un abrazo y nos metemos en el vehículo. Estaba arrebatadoramente hermosa, blusa escotada negra que mostraba un poco su delicioso busto y unos leggings blancos que realzaban un jugoso y apetecible trasero. Para añadir al conjunto, llevaba unas botas negras de caña alta. Prácticamente iba vestida igual que la chica que me advirtió de mi erección por la mañana en el metro. Me puse nervioso ya que empecé a sentir como me iba creciendo la polla debajo del pantalón, lo mismo que, por la mañana. No quería dar mala impresión, o al menos, no esa impresión tan pronto. "Y bien, ¿adónde tienes pensado llevarme? - pregunté. "A mi casa" - respondió guiñándome un ojo. "¿Así, tan fácil, sin apenas conocernos? ¿Dónde quedó la seducción, el romanticismo?" - pensé. Quizás estuviera equivocado y fuéramos a su casa sólo a merendar, pero ese guiño y la sonrisa pícara evidenciaban otra cosa. Y al fin llegamos hasta la casa y como ya estaba excitado, no quise perder el tiempo y la besé. Entre besos, caricias y lamidas, caímos en el sofá donde nos devorábamos mientras le quitaba la blusa dejando al descubierto esas dos enormes tetas sostenidas por un leve sostén de encaje. Ella hacía lo propio con mi camisa mientras besaba mi cuello y yo luchaba con los enganches de su sujetador. "Tranquilo, ya lo hago yo" - dijo S. retirando mis manos y procediendo a deshacerse de la delicada prenda. Una vez liberada de su opresión tomé sus pechos con mis manos y me dediqué a chuparlos, mordisquearlos y amasarlos con delicadeza. Eso la volvía más y más cachonda y comenzó a quitarme los pantalones dándose cuenta de que no llevaba ropa interior. Eso no la turbó demasiado ya que comenzó a chuparme la polla con fruición y frenesí, lentamente, mirándome a los ojos, utilizando mucha saliva. S. se alzó, escupió entre sus enormes y bien formados pechos y comenzó a restregármelos en la verga. Así estuvo un buen rato hasta que me dijo que la acompañara a la cama, que allí estaríamos más cómodos.

No tienes clemencia de mí, y aunque te pido que pares sigues penetrándome duro con esa cosa que me hace vibrar los intestinos. "Eso es por ir por ahí sin calzoncillos y follándote a cualquiera" - me dices de manera agresiva. Echas gel lubricante sobre tus manos y comienzas a hacerme una paja, Creo que no tardaré mucho en correrme. Lo sabes y aumentas la velocidad de la masturbación. Qué delicia, mi niña, no pares nunca.  Grito. Siento como de mi polla va saliendo semen a borbotones que van cayendo en tu rostro, en tus manos y en las sábanas. Me quedo desmayado esposado al cabecero de tu cama, exhausto, sin fuerzas. Lo que tenía en el culo, sale de mí. Te levantas y vas al baño a coger una toalla. Te limpias y regresas a la cama. Me liberas de mis ataduras y te recuestas sobre mí y acariciándome me das un beso en los labios. "Buenos días, cariño" - me dices...


Tras varias horas de sexo en todas las posiciones conocidas e improvisadas, caímos rendidos en un dulce y
profundo sueño. Al salir el sol, desperté y sorprendí a S. levantada sacando una caja marrón del armario. S. abrió la caja y sacó unas esposas de la misma. Volvió a meter la caja en el armario y se dirigió hasta la cama blandiendo el mencionado artículo con una sonrisa pícara. Me dio un pico y agarró mi muñeca izquierda y me puso una de las argollas. La otra la pasó por una de las barras del cabecero y repitió la operación con la muñeca que quedaba libre. Se metió bajo las sábanas y comenzó a acariciarme la polla dándome besitos en la cara.

- "Oye, ¿cómo es eso de que vas sin calzoncillos por la vida? - me preguntó S. y como no sabía qué contestar, le solté lo primero que vino por mi cabeza.

- "Es una larga historia..." - respondí.
- "Bueno, tenemos toda la mañana por delante. Cuenta, cuenta..."

miércoles, 8 de mayo de 2013

Despertar en otra cama (I)

Querías hablar conmigo. Eso ya lo supuse tras ver dos llamadas perdidas y un sms en mi teléfono. Pero no te llamé. Te vería más tarde en el curso, pensé. Lo que no sabía entonces es que hoy despertaría en tu cama. Que cómo pasó...

Ayer desperté en otra cama que no era la mía, desnudo, abrazado a otra mujer que no eras tú. Ella dormía plácidamente y aún no se había hecho de día. Lucía hermosa, en penumbra, parecía un ángel. Miré el reloj y todavía quedaba un rato para despertar. Me recosté sobre ella haciéndole la cuchara. Ella se acoplaba perfectamente a mi cuerpo y así, en esa postura, me volví a dormir por un rato. Una mano que me acariciaba el
muslo me despertó de mi letargo. No quería abrir los ojos, no todavía, quería sentir esa mano, sentir hasta donde llegaría. Ni corta ni perezosa, esa mano fue avanzando hasta la entrepierna, que como cada mañana saludaba firme y dura al nuevo día. La mano tomó posesión del territorio conquistado, subiendo y bajando toda su longitud, cada centímetro, con la presión y el ritmo adecuados. De vez en cuando, la mano incursionaba más al sur, sopesando todo cuanto encontraba en su camino. Aún sin abrir los ojos, me recosté sobre el colchón facilitando las maniobras de la mano, deleitándome con la preciosa maniobra que estaba recibiendo. De repente la mano intrépida recibió el apoyo de una lengua húmeda que lamía el extremo de mi falo. Me estremecí. La noche anterior, mi polla conoció aquella lengua en el portal en una deliciosa mamada que me hizo ver las estrellas.


Bonita forma de despertar. Abrir los ojos y ver una lengua que se afana en tu glande. Ver esos pechos puntiagudos bamboleándose al compás del  frenético sube y baja que acompaña una ávida mano. Sentir una melena acariciándote, casi haciéndote cosquillas, en los muslos. Si existe un cielo, debe ser algo parecido a una mamada mañanera. Y no, no quería que esa mujer que me estaba proporcionando el mayor de los placeres se quedara sin el suyo. Agarré su cintura y coloqué su sexo sobre mi rostro. El número mágico, la  representación de los dos principios que rigen el universo, el ying y el yang. No dejé de saborear ni un sólo centímetro de su raja. Su diminuto cuerpo se estremecía de placer mientras besaba, chupaba, lamía, mordisqueaba su sexo. Uno de mis dedos se apoderó de su esfínter y comenzó a jugar con él. Ella paraba de gemir para seguir comiéndome la polla. No sé cuánto tiempo pudimos estar así. Perdimos totalmente la noción del tiempo.

L. me pidió urgéntemente que se la metiera, que la follara. Obediente, la coloqué sobre la cama a cuatro patas y se la clavé poco a poco en su húmedo coño. Estaba tan mojada que mi polla se resbalaba fácilmente en sus entrañas. Cada embestida iba acompañada de un gemido. 5 golpes suaves y uno fuerte, así reza mi manual. A cada estocada fuerte, de su atea boca resonaban llamadas a la divinidad. 4 golpes suaves, uno fuerte, comenzaba a recitar el santoral. 3 golpes suaves, uno fuerte, comenzaron las blasfemias. 2 golpes suaves, uno fuerte, ya era incapaz de articular palabra, sólo gritos incomprensibles. Golpe fuerte, golpe fuerte, golpe fuerte. "Nene, córrete dentro de mí..." Golpe fuerte, golpe fuerte, golpe fuerte, golpe fuerte. "Me corro, me corro, me corrooooo...". Golpe fuerte, golpe fuerte, suena el despertador al mismo tiempo que de mi polla brotan ríos de lefa blanca y viscosa. Quedamos exhaustos, rendidos sobre las sábanas húmedas y llenos de sudor. No había tiempo de arrumacos, era hora de darse un duchazo y salir corriendo al trabajo...

jueves, 2 de mayo de 2013

Juguetona

Estoy trabajando en la sala, concentrado. De repente apareces y me abrazas desde atrás y me das un beso en la cabeza. Te miro, te sonrío y te devuelvo el beso. Sigo con lo mío, tengo que terminar el trabajo antes de mañana. Me acaricias la espalda, mis brazos. Me besas el cuello. Siento tus labios y se me eriza la piel. Te miro y te digo que ahora no puedo, que tengo que terminar este dichoso trabajo. Insistes y ahora lames mi oreja. Sabes que eso me enciende, pero ahora no puedo. Me concentro en la pantalla del ordenador, en los datos, en los gráficos. Apoyas tu mano sobre mi pierna. Noto que estás especialmente juguetona y yo también quiero, pero tengo que terminar ese informe. A ver si termino temprano y echamos un polvo, te digo. Te da igual, tú lo quieres ahora y vas a luchar por conseguirlo. Me hago el duro, pienso en que si termino pronto podremos hacer lo que tu quieras. Lo que ambos queremos. Te arrodillas frente a mi silla y comienzas a tocarme los muslos, los acaricias, los besas. Sigo mirando la plantilla de la hoja de cálculo, algo está mal en la fórmula. Trato de averiguar dónde me equivoqué mientras tú ya me estás tocando la polla por encima del pantalón. Así no hay quién se concentre. Te reprendo, pero no me haces caso. Desabrochas el pantalón y me lo bajas hasta los tobillos. Agarras mi polla con las dos manos y empiezas a pajearme. Ni modo, me rindo. Te dejo hacer. Tu mano derecha sube y baja a lo largo del tronco. La izquierda juega con mis testículos, que llevas hasta tu boca y comienzas a succionarlos. Sabes que adoro eso. Cierro los ojos y de mi boca salen sonidos producto del inmenso placer que me estás proporcionando. Me encanta sentirte juguetona, que juegues conmigo, que me folles con tu boca, así, como lo estás haciendo. Qué delicia sentir tu lengua explorando cada centímetro de mi dura verga. Eres consciente de tu poder y sabes que puedes conseguir todo de mí. Lo que quieras. Tus labios aprisionan mi polla, siento oleadas de placer. Me voy a correr, mi vida. Lo sabes y aumentas el ritmo de la mamada. Me corro, me corro, me corro...

Adoro cuando te pones juguetona.