domingo, 16 de septiembre de 2012

Decir la verdad

Decir la verdad, aunque la gente no lo entienda, aunque pueda hacer daño. Decir la verdad para estar tranquilo, con mi conciencia. Después de dos infidelidades con distintas mujeres, hablé con la chica especial. Le dije lo que había ocurrido. La hice llorar. Me insultó, me dijo que me odiaba y que no quería saber nada de mí. Yo me sentí una mierda, pero tenía que hacerlo. Ella salió por la puerta de la cafetería donde le hice mi confesión. Supongo que jamás la veré, pero no me podía permitir hacerla más daño si hubiera prolongado la mentira. 

Aprovechando la inercia de los acontecimientos, pasé por la casa de mi antigua amiga universitaria y le conté lo de las otras dos mujeres. Se echó a reír. Me dijo que ella tampoco había sido honesta conmigo. Que sí, que lo había disfrutado, pero que me había ocultado algo. Realmente estaba sorprendido, pero a la vez sentía una sensación mezclada entre celos y estupidez. Resultaba que después de nuestro primer encuentro recibió la llamada de su ex, con el que quedó. Hablaron de todo lo que había ocurrido en su relación. Finalmente comprendieron que todo podría arreglarse si ambos ponían de su parte. Ella le habló de mí y de lo que había surgido. El le habló de otra relación que había mantenido con otra persona. Coincidieron en que aquello había sido más una venganza que el hecho de enamorarse de otras personas. Me horrorizaba pensar que me había utilizado, pero también pensé que donde las dan las toman y aquel era un justo castigo. Las siguientes veces que compartimos cama fue consecuencia de la confesión de su ex y de no estar segura al 100% de arreglarlo con él. Un día él la llamó y quedaron en verse en otra ciudad. Fue cuando ella me dijo que se iba a ver a una amiga. En ese viaje, arreglaron sus diferencias y decidieron retomar la relación, con la condición de que no volverían a estar con otros. Ahora era yo el que quería llorar. Ella se abrazó a mi y me dijo que fui muy dulce, que me porté muy bien con ella, que la hice sentir bien aquella primera vez, que se sintió de nuevo deseada. Que deseaba seguir siendo mi amiga, pero que ya no nos acostaríamos más. No me consoló, sin embargo dejé de llorar. Le di la mano ayudándola a levantarse. La abracé y le di dos besos en la mejilla. Ella me dio un pico, me guiñó un ojo y me dio las gracias. Me fui de la casa pensando que había perdido la oportunidad de tener conmigo a la chica especial y que la había perdido por no saber comportarme. También pensé que si la hubiera querido más, esto no hubiera tenido lugar. Me sentí mal, pero por lo menos estaba menos agobiado. Aún tenía que hacer una tercera visita.

Llamé a Carmen, que se encontraba en su casa y me dijo que fuera allá a cenar. La última vez que estuve en su casa, durante la siesta, ella me masajeaba el pecho y provocó una fuerte erección en mi. Ya sin calzones, ella pudo observar mi verga en todo su explendor. Acariciaba mi abdomen y se acercaba a la parte de mi cintura, a la cual dedicó unas suaves caricias. Yo estaba entusiasmado y comencé a acariciarla por la espalda y el cuello. Su mano llegó hasta mi enhiesto y duro tronco y empezó a masturbarme con fuerza. Yo besé su rostro, sus mejillas, su boca. Nos fundimos en un largo beso mientras ella seguía haciéndome una paja. Toqué su vagina con mis dedos, buscando su clítoris. Ella emitía gemidos que acompañaban a mis suspiros. Acercó su boca hacia mi polla y se la introdujo entera proporcionándome una mamada espectacular. Se la veía que disfrutaba con aquello y que la experiencia es un grado. Lamió mi tronco, mis testículos y hacía succión con ellos. Con sus dos manos jugaba con mi polla, haciendo movimientos circulares mientras se introducía mi glande y lo acariciaba con su lengua. No me dejó devolverle el favor, quería que se la metiera ya, pues hacía mucho tiempo que no había tenido sexo. Entonces, follamos por largo tiempo. Descubrí que era una mujer complaciente que disfrutaba de su sexualidad y que no tenía ningún tabú. Pasamos todo el fin de semana juntos, sin salir de su habitación. A veces parábamos para comer algo y recobrar fuerzas. Fue delicioso, completamente mágico. Al llegar la noche del domingo, decidí marchar a casa, ya que al día siguiente debíamos acudir al trabajo. Ella me pidió discreción y que siguiéramos encontrándonos.

Al llegar a su domicilio, ella había preparado ya la cena y beberíamos vino. Ella se fijó que mis ojos estaban llorosos y me preguntó cuál era la razón. Le expliqué mi voluntad de decir la verdad y de confesar todo lo que había hecho. Mis lágrimas volvieron a brotar de mis ojos y ella se abrazó a mí. "Creo en todo lo que me dices y te agradezco que seas sincero conmigo. Soy consciente de la situación, no sólo porque soy mayor que tú, sino porque tengo mucha experiencia. Es mejor ponerse una vez colorado, que cien veces amarillo. También soy consciente de que esto es efímero y que alguien de tu edad debe estar con alguien de tu misma edad. Un día te cansarás de mí y te irás con otra. Pero también sé que la vida es efímera y que está plagada de momentos especiales. Tú me has hecho sentir cosas que no sentía desde hace mucho tiempo y te agradezco que las hayas compartido conmigo. No quiero relaciones con ningún hombre, ni tan poco quiero depender de ninguno, tan solo quiero disfrutar los pocos años que me quedan hasta que mi cuerpo envejezca. Mi matrimonio fue demasiado terrible para querer repetir eso. Me casé joven y me perdí muchas cosas. Ahora, estando contigo, sé que puedo disfrutar de todo lo que me privé durante muchos años y no, no quiero ser tu novia, quiero ser tu cómplice, tu amiga, tu amante, pero nada más. No quiero agobiarme, ni que tú te agobies. Quiero disfrutarte y que tú disfrutes de mi. Sin penas, ni lástimas, sin compromisos. El compromiso es una cárcel en la que no quiero vivir y tú, tampoco deberías encerrarte en ello. Tan sólo te pido que seas sincero conmigo, que cuando no quieras más o encuentres a otra persona, me lo digas. No habrá sufrimiento por mi parte y deseo que tampoco lo sea por la tuya. Si hemos de quedar de alguna manera que sea de amigos. No pensemos en el mañana, porque no tiene sentido. Disfrutemos del momento".

1 comentario:

  1. Carmen parece una mujer honesta e inteligente.
    Pero me temo que la traicionarás....ains!

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