sábado, 22 de junio de 2013

Jet lag

Tocas la puerta de mi habitación. Ha sido un viaje largo. Quince horas metidos en ese avión, recorriéndonos medio mundo. Horarios cambiados y calor, mucho calor. Ya has dado muchas vueltas a esa cama y no consigues conciliar el sueño. Vienes buscando conversación o quizás algo más. Yo estoy un poco igual, tampoco puedo dormir. Hace un calor de mil demonios y ya voy por la segunda ducha. Abro la puerta y te recibo en boxers. Con este calor, sobran los protocolos. Traes una botella de whiskey. No sé cómo la has podido meter en el país, sabes que está prohibido. Entras. Llevas sólo una camiseta de tirantes y un pequeño short. Suerte que a esa hora nadie merodea por los pasillos. Si no, te hubieran llamado la atención. Ya sabes cómo se las gastan por aquí. Busco en la nevera algo de hielo y preparo un par de copas.
 
Coincidimos en el vuelo. Ibas sentada a mi lado. Antes de despegar hablaba con la secretaria de mi empresa para indicarle que ya estaba en el avión. Hablamos el mismo idioma y te atreviste a saludarme. Por tu acento debes ser de un país del caribe. Te lo pregunto. Acierto de pleno. Tantos años viviendo allá y ya no se me pierde un acento. Sigo preguntándote. "¿Qué hace una chica como tú volando hacia un país como ése? Te ríes y me cuentas que trabajas para un organismo internacional. Te destinaron allá como gerente de un programa. Ah, la cooperación internacional, qué mundo más interesante. Si no fuera porque me encanta ganar pasta, quizás hubiera terminado trabajando en ese sector. Te cuento acerca de lo que hago y qué es lo que me lleva a ese país. El vuelo se me hizo más entretenido gracias a tu conversación. Tenemos muchas cosas en común. Incluso, qué casualidad, nos vamos a hospedar en el mismo hotel. Veo que has traído un libro. Uno de Kapuscinski. Muy apropiado para nuestro destino. Hablamos de libros, de lo que nos gusta leer, lo que hacemos cuando no estamos trabajando...
 
Tres copas más tarde, estábamos en la cama desnudos. Follando. Qué se puede hacer mejor cuando no puedes dormir, cuando el maldito jet-lag te distorsiona los ritmos vitales. Follar. Y para follar necesitas compañía. Si no, te jodes y acabas haciendo pajas hasta que se te ponga colorada. Afortunadamente no es el caso. Ya en el avión habíamos conectado, había feeling. Ahora, en el hotel, y totalmente desinhibidos, no me costó nada bajarte el short. Mis manos acarician cada centímetro cuadrado de tus nalgas morenas, mientras me abrazas y me comes la boca con tus labios carnosos. Llevo mi mano a tu sexo, siento tu humedad. No quiero perder un minuto más y me abalanzo a chupártelo. Tienes un coño bonito, labios grandes y oscuros, palpitantes, ávidos de atención. Una hilera de vellos perfectamente delineados adornan tu monte de Venus. Y ese aroma, ummm, me dices que es un perfume íntimo. Qué delicia. Lamo tus labios, te introduzco un dedo, mi lengua se entretiene en tu clítoris. Suspiras. Tu sabor es salado. Mi lengua se entretiene con tu clítoris, rodeándolo, introduciéndose entre los pliegues que lo protegen. Gimes. Son dos dedos los que te tengo metidos. Entran y salen al compás de los movimientos de tus infinitas caderas. Introduzco un tercer dedo, mientras sigo comiéndote enterita. Jadeas. Te pido que chupes mi dedo índice y lo haces como si fuera una polla, llenándolo de saliva. Ese mismo dedo lo llevo hasta la entrada de tu ano. Lo masajeo haciendo círculos. Sigo lamiéndote el coño y te introduzco mi dedo poco a poco, conforme me va permitiendo la dilatación de tu cuerpo. Noto los otros tres dedos que te estoy metiendo en el coño a través de las paredes de tu recto. Ahogas tus gritos usando la almohada. Te corres.

Cuando te recuperas de tu orgasmo, te subes encima de mi y me muestras tus pechos grandes, enormes, majestuosos. Tus pezones son grandes, de color café. Quiero comérmelos, pero no me dejas. Ahora quieres recompensarme ahí abajo y son tus labios carnosos los que succionan mi sexo, de forma delicada aunque constante. No dejas de lado mis testículos y también les prestas tu atención. Sin embargo, me confiesas que estás bien arrecha (en tu país esa palabra significa que estás cachonda perdida) y que quieres que te la meta ya. No me hago de rogar y entra de una vez. Sin suavidad ni protocolo te pongo a cuatro patas y te empotro contra el cabecero de la cama. Vuelven los suspiros, gemidos, jadeos y gritos. Corroboro y certifico lo que ya sabía de las mujeres de tu país. Sois fogosas, ardientes y unas amantes excepcionales. Sigue haciendo calor, nuestros cuerpos están empapados de sudor, seguimos sin poder dormir, pero hemos encontrado una ocupación perfecta para aguantar los efectos del jet lag. En la calle, el muecín, anuncia la llegada de un nuevo día.

2 comentarios:

  1. ...traigo
    ecos
    de
    la
    tarde
    callada
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    COMPARTIENDO ILUSION


    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...




    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE EXCALIBUR, DJANGO, MASTER AND COMMANDER, LEYENDAS DE PASIÓN, BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC…

    José
    Ramón...


    ResponderEliminar
  2. Coño, un poeta!!! Gracias por tu comentario. Me encantó la poesía

    ResponderEliminar

Hoja de reclamaciones