miércoles, 21 de noviembre de 2012

Apuesta II

No pensé que fuera a ser tan fácil otra vez encontrarme con Elisabeth, la chica que me dio un pico delante de su esposo y con la que tendría de aquí a año nuevo para acostarme con ella según la apuesta que hice con mi amigo José (ver Apuesta). Tampoco hizo falta la intermediación de mi amigo para que pudiera contactar con ella. Curiosamente, una capacitación a la que me envió mi empresa, resultó ser el punto de encuentro con ella. Fue al llegar al local donde recibiría el curso, cuando al traspasar la puerta, la veo allí.

Sultán - Qué casualidad encontrarte por aquí, Eli...
Elisabeth - Ideay, qué alegre encontrarte por acá, ¿qué hacés vos en este curso?
S - Ya ves, en el trabajo pensaron que sería bueno que reciclara mis conocimientos.

Eli se levantó de la silla y me fue a dar dos besos. Momento de tensión, podría repetir el pico del otro día, lo cual me daría vía libre para iniciar las acciones que me llevaran a ganar la apuesta, o darme únicamente dos castos besos en la mejilla. Me miró a los ojos y se acercó lentamente,  y de manera calculada me dio sendos ósculos en las mejillas, tal vez un poco cerca de la comisura de los labios o tal vez esa fue mi impresión.  No lo sé. No era lo que yo esperaba. Quizás me hubiera hecho demasiadas pajas mentales con lo que ocurrió el otro día y la apuesta de mi amigo, que en mi pensamiento sólo era capaz de ver intencionalidad por su parte en el pico de la semana anterior. Ahora eran dos besos que a mí me habían parecido muy cerca de la boca, pero no estaba seguro de si eran imaginaciones mías o la realidad. Total que me senté a su lado hablando de pura paja, como no dándole importancia a lo que quizás "no" había ocurrido. Estaba hecho un lío, por un lado lo deseaba, pero por el otro pensaba que el pico del otro día pudiera ser únicamente un hecho aislado, la casualidad o cierta desinhibición producida por las botellas de vino que bebimos aquella noche. Opté por continuar con la conversación, sólo que ahora no podía evitar dejar de mirar su pronunciado escote. Qué maravilla de tetas que tiene Elisabeth. El otro día no me fijé, puede que fuera porque iba vestida de manera informal, pero en ese mismo momento, venía arreglada, como para trabajar. Traje de saco, dos piezas, una falda hasta la mitad de los muslos con una abertura lateral en el lado derecho, un saco abierto cubriendo una blusa de color blanco con los botones desabrochados realzando su busto, unas medias de rejilla y zapatos de tacón negros. Eli estaba bien sexy y eso hizo añadir cierto desconcierto en mí y que unido al recuerdo del pico de la cena y los besos de ese mismo día, hacían que estuviera algo tenso, algo excitado.

Comenzó la clase, y mientras el profesor explicaba los conceptos, Eli se acercaba a mi oído para preguntarme sus dudas sobre la materia. Esto lo repitió unas cuantas veces a lo largo de la mañana, antes del descanso. Cada vez estaba más cerca, y podía notar su respiración. También tocaba mi mano y la sentía demasiado afectuosa. Yo ya estaba como una moto y era incapaz de seguir la clase. Mi atención seguía fija en Eli y su escote. Llegó el descanso y como viene siendo habitual en esta serie de encuentros había un refrigerio. Eli me acompañó hacia la mesa donde estaba el café y varías clases de bollería y me hablaba. Me contó que su marido había salido de viaje un mes al extranjero. De nuevo comenzó a brotar en mi mente la conversación con José, sobre lo "zorra", según sus palabras, era Eli. Con esta información, ¿qué pretendía? ¿acaso me estaba diciendo que se encontraba sola y me estaba tentando? ¿o sólo era un comentario inocente? No lo sabía, yo estaba muy nervioso, incluso me temblaba la mano con que sujetaba mi té (ya saben que no bebo café). Ella continuaba con su comportamiento de acercarse a mí, hablarme al oído y tocarme los brazos, con mucha confianza. En mi cabeza se reproducían imágenes de ella desnuda, comiéndome la polla o siendo follada por mí. Me estaba poniendo malo. Afortunadamente apareció alguien a quien yo conocía, fui a saludarle y al menos la tensión desapareció.

Reanudada la clase, volví a mi silla junto a la de Eli. Ya estaba más sereno y también cambió la actitud de ella, pues no volvió a preguntarme durante el resto de la jornada. Cuando finalizó la clase, fuimos todos los alumnos a tomar una cerveza con los profesores, a cambiar impresiones sobre el curso y sobre las experiencias de trabajo. También hubo intercambio de tarjetas de visita, números de teléfono y se concertaron algunas citas de trabajo. Lo bueno de estos cursos es que conoces a gente que está en el mismo sector y se suele hacer red. Cuando se hizo tarde, la gente comenzó a marcharse y yo también. Así que me despedí de los compañeros y finalmente de Eli. 

E - Bueno, parece que esto se acabó. La verdad es que está muy interesante el tema, pero hay algunas cuestiones que no he comprendido bien. Tal vez un día, podrías venir a mi casa y explicármelo.
S - Sí, claro, Eli, sin ningún problema. Aquí tienes mi número (le di una tarjeta) y mi email, y cuando te venga bien, me llamas y te lo explico. (Lo que se dice explicar, no sé muy bien cómo se daría, porque tampoco estuve poniendo mucha atención a la clase)
E - Ok, así haré. Bueno, [...], me voy a ir a mi casa, que estoy muy agotada.
S - Muy bien, Eli, estamos en contacto.

De nuevo, la tensión volvió a tener lugar. Los dos besos. ¿Habría beso en la boca? ¿habrían dos besos en las mejillas?. Eli me dio un fuerte abrazo juntando su mejilla con la mía. Podía sentir esas dos tetas apretadas contra mi pecho, y sus manos acariciándome la espalda. Me adelanté a ella y le di un beso en la mejilla. Nos miramos a los ojos y volvimos a darnos un pico, esta vez más largo o quizás más sentido, no lo sé. Sólo sé que me había vuelto a besar con esa mujer y estaba muy excitado. Nos separamos, nos miramos a los ojos y ella me dio una caricia en la cara.

S - Llámame
E - Te llamaré pronto, guapo

Eli recogió sus cosas y se marchó. Yo recogí una carpeta que tenía en la silla y traté de disimular la enorme erección que tenía. Me fui a mi casa más caliente que el palo de un churrero, pensando en el beso, en sus pechos, en la apuesta...

2 comentarios:

  1. Sultán, iba a decirte que no era por meterte presioón, pero que para el fin de año te quedaba solo mes y pico... pero me parece a mí la montaña va a ir a Mahoma... tienes la apuesta ganada,jeje.

    Salud!

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  2. Mi estimado Tiberyas, siento contestarte tan tarde. Mucho lío en el trabajo y poco tiempo para los blogs. La cosa está en stand-by. Ni llama, ni sé de ella. Parece que no está tan fácil la cosa. Ya escribiré al respecto. Muchas gracias por tu comentario.

    Salud!

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