martes, 26 de junio de 2012

Despedida II

La noticia de mi ruptura me cayó como un jarro de agua fría. No sabía qué hacer y me dio por irme a un bar a emborracharme. Necesitaba no pensar.

A esas horas, lo único que había abierto era un pub y allí me fui. Entré, aún con lágrimas en los ojos, pasé al baño y me eché agua en la cara. No quería que nadie me viera llorando. Aunque tampoco me importaba, no conocía a nadie allí y los que estaban allí estaban lo suficientemente borrachos como para percatarse de que lo estaba haciendo. Me senté al lado de la barra y le pedí un gin-tonic cargadito a la camarera. Aquel trago me entró como una cuchilla en la garganta. Pero me daba igual. El sabor amargo de la bebida contrastaba con la amargura de verme engañado, de verme solo, de saber que había vivido una mentira y que la hija de puta  a la que había entregado mi corazón, ahora se habría ido con el otro y probablemente estuvieran follando, riéndose del imbécil de mí.

Al tercer trago, me di cuenta que había terminado con mi paquete de cigarrillos. Le pedí a la camarera cambio para la máquina y saqué un paquete. Lo abrí y me saqué otro cigarrillo. Apenas había pasado una hora desde que me dio la noticia y me había fumado un paquete entero, tal vez de la ansiedad. Mientras buscaba el mechero, alguien se me acercó y me pidió un cigarrillo. Aún con los ojos húmedos, no pude distinguir quién era, sin embargo, de forma automática le ofrecí un cigarrillo y encontrando el mechero me ofrecí a encendérselo.

Me dio las gracias y me dijo que nada en este mundo merecía la pena para que un tío tan grande como yo estuviera con los ojos llorosos. "Quizás si no me hubieran quitado la vida de un golpe, no estaría así", contesté yo. "Pues yo te veo muy vivo", me dijo ella. Me sequé las lágrimas de los ojos y pude verla. Era una chica, delgada, con el pelo largo teñido de morado y una coleta en forma de rasta que le llegaba a la altura de la cintura y acababa en un cascabel. Tenía un par de piercings en la cara. Uno encima del labio, que parecía un lunar y otro en la ceja izquierda. Llevaba una camiseta de tirantes a rayas y no llevaba sujetador por lo que se le notaban los pezones de unos pechos pequeños pero bien formados. Tenía un tatuaje muy bonito sobre el brazo izquierdo.

"Es Shakti, la diosa que representa el principio femenino de la creación para los hindúes", me informó con una sonrisa. "Entonces te hará falta un Shiva, para completar el círculo", agregué yo, mientras abría los ojos sorprendida por mi conocimiento. "Conozco a poca gente que sepa sobre eso", me dijo. "El problema es que no estamos en India, allí no pasarías desapercibida". Se rió y su risa me contagió. Empecé a reír. "Mira, es la primera vez que te veo reír desde que te vi entrar en el pub. Tienes una bonita sonrisa y acabas de llenar de energía este sitio".

"Muchas gracias por hacerme sonreír", le dije. "Muchas gracias por regalarme tu sonrisa", contestó. La verdad es que por un momento olvidé lo que me había llevado a estar sentado en la barra de ese pub. "¿Quiéres tomar algo?", le pregunté. "Lo mismo que usted, amable caballero", me soltó con desparpajo. Pedí dos gin-tonic más y nos los sirvieron. "A todo esto, me llamo ...", traté de decir mientras con su dedo índice me tapaba la boca mientras trataba de decirle mi nombre. "No quiero saber tu nombre·. Aquello me dejó desconcertado. "Sabes que en el budismo se busca la iluminación a través del abandono de aquellas cosas por las que tenemos apego, saber tu nombre y que tú sepas el mío, sólo nos puede traer sufrimiento", explicó con su interminable sonrisa. "Sólo vive el momento, mañana no sabemos dónde estaremos", concluyó.

La joven desconocida de la camiseta de tirantes a rayas alzó su copa y preguntó "¿Qué celebramos hoy?". Yo le dije que el habernos conocido en el día de hoy. "Tal vez nos hayamos conocido en otra vida, creo que mejor brindaremos por el reencuentro". Cada vez me tenía más desconcertado, pero me estaba empezando a gustar aquella conversación tan extraña. "Por el reencuentro y por los próximos reencuentros, espero", brindé yo. Me dijo que tendría que ser en otra vida, que aquella era la última noche en la ciudad y que al día siguiente partía hacia otro lugar...

5 comentarios:

  1. Es duro cuando te parten el corazón así. Espero que eso en un futuro no te hiciese a ti partir el corazón de las mujeres....seguiré leyendo para cerciorarme.

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  2. A veces tenemos la sensación de que podemos compenetrarnos mucho con una persona, y en cambio desaparecen tal como llegaron...no nos da tiempo a comporbarlo.

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  3. Nunca fue mi intención romper el corazón de ninguna mujer. Si lo hice, no fue por voluntad. Por otro lado, comparto lo que dices de que, a veces, no nos da tiempo a comprobarlo, pero a veces se dan sorpresas... ¿has tenido las tuyas?

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    Respuestas
    1. Sorpresas agradables? No, no muchas, más bien al contrario

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    2. Supongo que te pasa lo mismo que a mí, a veces sale bien, otras sale peor. Creo que nos dejamos ir por las expectativas y en función de eso, luego nos llevamos las decepciones. De un tiempo para acá, trato de dejarme sorprender, y es mucho mejor. No te llevas sofocones y disfrutas de todo lo que la vida te puede ofrecer. Incluso, evitas que venga algún/a desalmado/a y te fastidie. Creo que es lo mejor... dejarse fluir

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