sábado, 13 de octubre de 2012

Buscando encontré

Tras unos tragos con los compañeros del trabajo y tras soliviantarme con la visión de las hermosas mujeres en la discoteca, que mostraban más que tapaban, regresé a casa con una sensación entre vacío y calentura que solo se me pasaría si tenía mi ración de pornografía y masturbación. Pero no era suficiente, el amor solitario no era consuelo suficiente para lo excitado que estaba. Necesitaba coger con una chava. Busqué en el periódico la sección de contactos, pero ningún anuncio me llamó la atención. Busqué en internet y tampoco me satisfacía la oferta. El contactar con profesionales no estaba entre mis gustos, la sensación de vacío y culpabilidad que luego sentiría, además el eterno debate moral sobre la explotación sexual y todas esas cosas me echaron para atrás. Aún así, estaba muy caliente, necesitaba calmar esa sensación y no encontraba con qué. Viendo mi página de vídeos preferida, saltó una pop-up que anunciaba algo como "encuentra mujeres calientes en tu área esta noche". Me dio curiosidad y cliqué. Había que registrarse y rellenar un perfil, crear un nick (utilicé el nombre con el que me bautizó mi querida Sherezade: El_sultan), hacer un test con las preferencias sexuales y ya formabas parte de una base de datos que te enviaba las alertas a tu dirección de correo electrónico. Se podía fisgonear entre los perfiles de las chicas de la ciudad que estaban registradas y había de todo, chicas atractivas con fotos sugerentes, mujeres no tan agraciadas, jovencitas, maduras, chavas de mi edad... Hubo un par de ellas que me llamaron la atención y les mandé un aviso para contactar. Estuve como una hora curioseando, leyendo perfiles, preferencias, gustos, medidas, fantasías, cuando, de pronto me llega un mensaje a mi bandeja de entrada. Alguien quería contactarme. Me metí en el perfil de la persona indicada y se trataba de una mujer de mi edad, morocha, ojos verdes, larga cabellera ondulada teñida de rubio que vestía una camisola verde que ocultaba unas pequeñas, pero apetecibles, tetas. Supe que buscaba una relación sin compromiso, que le gustaba la fiesta, la música, los tragos y que también fumaba. En el display de la página se me indicaba que estaba disponible para chatear, con lo que cliqué la pestaña del chat y saludé.

Yo - Hola
Ella - Hola
Y - ¿Eres "soyunica79"? Encantado, soy "El_sultán"
E - Mucho gusto, "El_sultán"
Y - ¿Qué te trae por aquí? (era absurdo preguntar por eso, porque seguro que buscaba lo mismo que yo, pero los nervios no me dejaban expresarme con naturalidad)
E - Supongo que lo mismo que tú (obviamente)
Y - Vi que me mandaste un mensaje...
E - Sí, claro, vi tu perfil y me agradó, me encantaría conocerte.
Y - Ya veo, ya. Yo también estaba viendo el tuyo y la verdad es que también me gustaría conocerte
E - Qué bien, ¿no?
Y - Sí, me gustó mucho tu foto, se te ve bien bonita
E - Gracias, pero gano al natural
Y - Eso habrá que verlo
E - Para eso te he contactado, para que me conozcas al natural
E - Tú te ves bien también
Y - Gracias, me gusta cuidarme. Trato de ir al gimnasio todas las semanas (esto fue hace unos años, antes de abandonarme, descuidarme y volverme un desastre)
E - Eso se ve, esos brazos no salen así porque sí
Y - Mi trabajo me cuesta...
E - Se ve, se ve. Me gustan los hombres con brazos fuertes. Creo que me podría perder entre tus brazos, papi
Y - Me encantaría poder abrazarte
E - Ah, sí... y qué más me harías?

Se la veía bastante directa y por lo que pude comprobar a lo largo de la conversación, también estaba caliente y solita aquella noche. Para no entrar en más detalles, comenzamos a relatarnos que nos haríamos, que nos gustaría que nos hiciera la otra persona. La situación era excitante y yo ya estaba con una erección de campeonato. Me era difícil escribir con una sola mano y según ella, estaba muy húmeda. Por aquel entonces las web-cams no eran muy asequibles y nos teníamos que conformar con las fotos del perfil y la imaginación

E - De pronto nos hemos presentado, pero no hemos dicho de vernos...
Y - Cuando tú quieras, princesa
E - A lo mejor te parece una locura, pero me apetecería que nos viéramos esta noche.
Y - Son las 5 de la mañana, pero si te apetece, dime donde voy a buscarte y voy para allá.
E - Te parece en mi casa? Estoy sola esta noche y me has puesto muy caliente...

Me dio la dirección y con lo puesto salí en búsqueda de un taxi. Afortunadamente a esa hora, en aquella ciudad, mucha gente volvía de fiesta a esas horas y rápidamente encontré uno. No tardamos ni diez minutos, mientras tanto ella me enviaba mensajes a mi celular. Llegué al punto indicado y llamé al interfono. Me abrieron la puerta, subí al ascensor y llegué hasta la puerta de la casa. Me moría de los nervios, y me preguntaba si todo esto no era una broma. La curiosidad me venció y llamé al timbre. Abrió la puerta y allí me la encontré, tal y como aparecía en las fotos y era verdad, era mucho mejor al natural. Me recibió con una combinación de seda negra transparente que dejaba ver sus pechos y la depilación caribeña de su sexo. Llevaba en la mano un dildo color morado con el que estaba esperándome. Me invitó a pasar y me abalancé sobre ella con ganas de calmar toda la calentura que tenía esa noche. Nos besamos ardientemente y ella se subió sobre mi enroscando sus piernas sobre mi cintura, como queriendo comprobar la fuerza de mis brazos. Yo la sostenía entre mis brazos y la apoyé contra la pared al tiempo que me quitaba la remera, me besaba el cuello y me acariciaba la espalda. Yo trataba de quitarme el pantalón y liberar mi verga dura como nunca. No sé como lo hice, pero también logré ponerme un condón.

E - Papito, cógeme fuerte, contra la pared (me decía mientras yo trataba de guardar el equilibrio y soportar su peso, decir también que era un poco más menudita de lo que imaginaba, lo cual facilitaba la maniobra y de un envión se la clavé en su coñito)
E - Sí, papi, cógeme duro, así, así, qué rico, papi. Qué vergota más rica que tienes, papi

De seguir así nos hubieramos caído. Ella se movía bien fuerte y yo de la pura arrechura también. Dentro de ella, la moví y la llevé sobre una mesa. Tiramos todo lo que había en ella. Un par de candelabros, una ensaladera... se montó un buen ruido, que lejos de escandalizarla la puso más excitada.

E - Dámelo, papi, dámelo... qué rico, mmm... así, más fuerte, así...
Y - ¿Te gusta, mami? Dime qué te gusta, mami. Te gusta como te cojo...
E - Me encanta, papi. No pares... cógeme bien rico
Y - Dime qué te gusta
E - Me encanta tu vergaaaaaa, esa vergotota que tienes con la que me estás cogiendo. Ay, sí, me encanta, mmm...

Me salí de ella y la hice ponerse contra la mesa, con mi mano sobre su cuello. Me agaché y comencé a comerle la concha desde atrás, lo que la hacía retorcerse de placer. De nuevo me levanté y se la metí de una vez en su humedecido coño. Comencé a embestirla con más fuerza con las manos sobre su cadera.

Y - Dime que eres...
E - Soy una zorra...
Y - No te he entendido, dime qué eres...
E - Soy una puta, soy tu puta, papito, hazme lo que quieras...

Agarré sus nalgas y las abrí y empecé a jugar con mi dedo en su culo. Eso la electrificó y empezó a sacudirse con más fuerza y a gritar como una loca. Le introduje el dedo índice con bastante facilidad. Aquello me decía que era un territorio ya explorado, pero parecía encantarle porque me pedía que le metiera otro dedo más. Con la mano libre, agarré su dildo y lo puse en vibración apoyándolo en su clítoris. Los gritos se hicieron más fuertes anunciando lo que venía a continuación

E - Me vengo, papito, me vengo.... ahhhhhhh!
Y - Síiiiii
E - ¿Qué me estás haciendo? Qué delicia, uffffffff, ahhhhhh, ufffffffff, no pares nuncaaaaaa!!!
Y - ¿Te gusta?
E - Me encantaaaaaaaa, no pares, no pares ahora, me vengo, me vengo, me vengo otra vez....

Un chorro de flujo caliente salió de su cuevita y me dejó empapado. Estaba tan lubricada que ya ni sentía como mi verga se introducía en ella. Cuando se vino por tercera vez, se salió de mi, toda azorada, con los ojos en blanco. Le temblaban las piernas, sus pezones estaban super duros. No respondía a ningún estímulo. Creo que si la hubiera tocado, se hubiera vuelto a correr. Se fue caminando con dificultad hacia una habitación. Yo me quedé, en lo que parecía el salón, en pelotas, y con la pinga más tiesa que un mástil. Decidí seguirla hasta la habitación y me la encontré tumbada retorciéndose de placer. Era preciosa esa mujer, su piel oscura contrastaba con la blancura de las sábanas. Se quedó mirándome fijamente mientras recuperaba la respiración. Debían ser las 7 de la mañana, comenzaba a amanecer.

Cuando estuvo recuperada, me indicó que me acercara a la cama. Obedecí y me tumbé junto a ella, como de cucharita y mientras acariciaba su piel desnuda, noté como dos lágrimas brotaban de sus preciosos ojos verdes.

E - Nunca antes me había cogido así, papito... uffffffff! Ni el cornudo de mi esposo me hará sentir lo que me has hecho sentir esta noche. (ojo, había mentado al marido, peligro!!!) Ni mis pretendientes, ni mis enamorados, ni todos esos machos que me he cogido (había sido buena idea ponerme un condón). Pensarás que soy una puta, pero hago esto porque me siento sola. Mi marido se va a trabajar con el camión y no vuelve en la semana. Soy muy caliente y tengo mis necesidades, y con una vez a la semana con mi esposo, no tengo suficiente. Por eso tengo mis amigos y me da mucha alegría haberte encontrado.

Las lágrimas no escondían la mala vida que llevaba esa mujer y lo necesitada de cariño que estaba. Se dio la vuelta y sequé sus lágrimas con mis manos. Ella las tomó y comenzó a besarlas en agradecimiento. Besó mis labios y me acarició el pecho, la espalda, mis gluteos, las piernas. Llevó su mano hasta mi polla, me quitó el condón y comenzó a jalarla, primero suave y después más fuerte. Fue bajando con su lengua por todo mi cuerpo hasta llegar a mi miembro, que metió en su boca y comenzó a chuparlo como si le fuera la vida en ello. Con una de mis manos, acariciaba su cuquita y ella me dirigió la mano hacia su culo, quería volver a sentir mis dedos dentro de ella. Succionaba mis huevos, los lamía, besaba el tronco de mi verga, se la metía en la boca, parecía que me quería ordeñar. Yo ya tenía introducidos 3 dedos en su esfinter y me dijo de pararme y metérsela por el orto.

E - Así, papi, ahora quiero que me partas la cola y que me dejes tu lechita caliente dentro. Sí, papi, así... así, bien dentro, quiero sentirte las bolas rebotándome en mi cuca. Mmmmmm, qué rico, papi, mmm qué gusto, así, dámela toda... quiero que te vengas dentro de mi y que cuando venga el cabrón y me encule, se manche con tu leche (ehhhh? así que tendría que salir corriendo de allí después, no fuera a encontrarme con el esposo... nada de romanticismo? nada de segundo round?). Sí, papi, parteme el culo..... qué rico.

Ella agarró el dildo morado y lo puso en funcionamiento otra vez y en esta ocasión se lo introdujo en la concha. Podía sentir el aparato vibrar mientras le ensartaba mi verga por el culo. Parece que le encantaba la doble penetración, porque tampoco dejaba de gemir, jadear y gritar, como lo había hecho minutos antes. Pensando en que el marido vendría en un rato y decidido a acabar pronto para salir de ahí lo antes posible, apuré mi marcha y me vine en una enorme corrida. Mi leche rebosaba por la abertura de su ano, mientras ella había alcanzado su quito orgasmo de la madrugada. De repente pareció que le entró la prisa, miró el reloj y se aceleró. Me dijo de darme una ducha y le dije que me la daba en casa. Me vestí rápido y me despedí de ella con la promesa de volvernos a ver. Cuando salí de la casa, me encontré con un hombre que debía ser el marido, vendría con ganas de marcha y se encontraría el regalito en el culo de su mujer. Ni que decir tiene, que jamás volví a encontrarme con ella, restringí su número en mi celular y decidí darme de baja en el servicio de citas románticas. Era todo demasiado complicado y aquella mujer se la veía que era problemática. Sentí lástima por ella, pero por algún motivo, sentí más lástima por mi y me di cuenta de que aquello no me convenía. Sí que disfruté de la experiencia, pero aquello me enseñó que si buscas, encuentras, aunque muchas veces no es necesariamente lo que buscas, lo que encuentras. Antes de borrarme del servicio, tenía mínimo unas cinco alertas. Nunca quedaría con ellas, pero me quedó la sensación agradable de que podía ser interesante para algunas mujeres.




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