jueves, 28 de febrero de 2013

Fuck-buddies III (y final)



- "La cagaste, loco. Te enamoraste de la mina. Mirá que te lo advertí, no te enamorés de la mina, bajo ningún concepto, te enamorés de la mina..."

Fueron las palabras de mi amigo tras contarle lo sucedido. Y llevaba razón, había roto el "acuerdo de amistad" que tenía con ella. Nada de compromisos, nada de reclamaciones, y por supuesto, nada de enamoramientos. Era sexo, sólo sexo entre dos amigos. Nada más. Dos amigos que quedan para follar, simple y llanamente. Pero lo que pasó es que en algún momento se dejó la amistad y todo lo que conlleva y por algún motivo, se convirtió en dependencia, creo, por mi parte. Quizás no estaba preparado para este tipo de relación o quizás es que había algo más. Confieso que siempre me sentí atraído por ella, pero en algún lugar de mi subconsciente lo disfracé de amistad y nunca dejé aflorar mis sentimientos reales por ella por miedo a perderla. Sí, tenía miedo de perderla y siempre, de alguna manera, sentí celos de aquellos fulanos con los que salía y follaba.

- "Mirá, loco. Vos tenías un acuerdo. Si te gustaba tanto, ¿por qué no se lo dijiste, loco? Ahora andás de boludo mientras la mina anda garchando con otros, y vos no podés decirle nada porque ese era el trato..."

Lucho era mi hermano de farra, mi confidente y tenía mucha experiencia en el mundo liberal y swinger. A él le confié mis penas pensando que no habría nadie mejor que me pudiera aconsejar. Sin duda me puso en un espejo donde vi reflejados mis sentimientos y todas las cosas que había hecho mal. La situación era clara, me había metido en algo que no era capaz de superar y tenía que darle una solución. Confesar mis sentimientos hacia ella no era una opción. No quería quedar como un estúpido. Si iba a continuar con aquello, Lucho me recomendaba que debería ser más frío, eliminar los celos y pensar que aquello era únicamente sexo. Que como no había compromisos, también podría hacer mis cosas ya que no estaba obligado a serle, digamos, fiel; y que si lo que me había molestado era lo del trío con el individuo aquel, pues debería proponerle uno con una chica.



Estaba lo suficientemente dolido como para no verla más. Plantear aquello como una venganza no me parecía que fuera la solución a mis males, ni que fuera a arreglar nada. Decidí que debía retirarme un poco y que fuera el tiempo el que decidiera qué pasaría con aquella relación. Las primeras semanas fueron difíciles. Ella continuaba llamándome para lo mismo y yo tenía que inventarme excusas para no verla. Nunca le confesé que estaba disgustado y mostraba la apariencia de que nada había pasado, que todo seguía igual con ella. Con el tiempo se me fue olvidando todo aquello y volvía a estar en paz conmigo mismo. También ocurrió que en ese período conocí a otras personas, y volvió a ocurrir algo con su mejor amiga.

Un día, recibí una llamada suya pidiéndome explicaciones acerca de mi ausencia y la invitación a quedar de nuevo. Como no quería dármelas de maldito y tampoco quería acabar haciendo lo mismo de las últimas veces, le propuse quedar en terreno neutral. Quería ver si sería capaz de recuperar la relación antigua o si de nuevo, volveríamos a las andadas. Lo primero que me preguntó fue si estaba molesto con ella. Cínicamente, respondí que no y le pregunté que por qué lo decía. Me contestó que desde la última vez, la ocasión del trío con su invitado, me había sentido raro, y que parecía como si la estuviera evitando. Le dije que había estado ocupado y que aquello era todo. Aquello pareció tranquilizarla, me sonrió, se levantó y me plantó un beso en los labios. "Quiero echar un polvo ahora" - me dijo. "¿Aquí? - respondí con sorpresa. Estábamos en un parque público donde había niños jugando y bastante gente. Me agarró de la mano, me levantó de donde estaba sentado y me llevó detrás de unos arbustos. No sé cómo pasó, pero de pronto me vi tumbado en la hierba, con los pantalones bajados y ella, subida sobre mí, clavándose mi polla y gimiendo bien fuerte. Pensé que nos descubrirían allí o algo peor, pero no paró de follarme hasta que se corrió.

Después de aquello, volvimos a lo de antes. Quedábamos y follábamos. A veces se presentaba en mi casa a horas intempestivas de la noche, echábamos un polvo y se iba. Otras veces iba yo a la suya, o a su oficina, y hacíamos lo mismo, sólo que esta vez, tenía claro que sólo era sexo, nada más. Algún fin de semana nos quedábamos encerrados en mi casa y sólo parábamos para dormir o recuperarnos de aquellas sesiones maratonianas. De vez en cuando, salía por mi cuenta y pescaba algo por ahí, sin ningún tipo de remordimiento, tal y como hacía ella. Me encontraba bien, me sentía libre, sin ataduras y tenía todo el sexo que quería y mucho más. Un fin de semana, ella se fue a un congreso y supuse que ella tendría guerra por su lado. Lejos de quedarme sentado, salí con unos compañeros del trabajo y fue que me encontré a su mejor amiga en una discoteca. Ya había tenido varios encuentros con ella, y andaba bastante caliente. Ella también lo debía estar, porque a la tercera copa le propuse que nos fuéramos a mi casa y aceptó. Nos fuimos a mi casa, nos desnudamos, empezamos a acariciarnos y cuando ella me estaba haciendo una mamada, alguien abrió la puerta. Era mi amiga, quien tenía las llaves de mi casa para que viniera cuando le apeteciese, y al parecer se había escapado del congreso para darme una sorpresa.

- "Hijo de puta" - me gritó. "mira que podías haberte follado a quien quisieras, pero a ella no".
- "Creí que teníamos un trato" - respondí mientras su amiga se tapaba con una manta que tenía encima del sofá.
- "Vete a la mierda, hijo de puta" - siguió gritando, me tiró las llaves a la cara, y se largó dando un portazo.

La verdad que me quedé de piedra. También se quedó de piedra la amiga que acababa de enterarse del lío que me traía con su amiga. Me llamó cerdo, cabrón, hijo de puta y todas las maldiciones que se le pasaron por la cabeza. Se vistió y se largó. No me lo podía creer, no entendía nada, así que llamé a mi consejero.

- "Loco, la cagaste, la mina se enamoró de vos"

Qué raras son las relaciones. A veces te crees que tienes la mente más abierta que el resto. La vida te demuestra que no es así. Aprendes a base de golpes, abres tu mente y empiezas a tolerar cosas que nunca creíste que ibas a tolerar. Piensas que los demás siguen el mismo juego, que son mucho más conscientes que tú, que son más liberales. Luego te das cuenta que no, que los demás tienen sus debilidades, sus apegos, sus necesidades. Y todo se va al garete porque no coinciden los tiempos, ni las formas, ni los sentimientos. Me he dado cuenta que sí, que ella también sentía algo por mí, y que aquello que habíamos tenido era la materialización de una fantasía, la suya. El haberme follado a su amiga, me había hecho caer del pedestal en el que me tenía. Hoy, hace tres semanas de aquello. Desde entonces no he vuelto a saber de ella. No responde al teléfono, ni al correo electrónico. Creo que he perdido a una amiga. De verdad que lo siento.

2 comentarios:

  1. En tu pecado llevas tu penitencia... que no voy a echar más leña al fuego, vamos... pero creo que no deberías de haber descartado la posibilidad de hablarle de tus sentimientos hacia ella tan pronto...

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    1. Creo que no hubiera solucionado nada, más bien al contrario. Ella vivió su fantasía y disfrutamos mientras duró. Me quedo con eso. Lo demás, se lo dejo al tiempo...

      Un abrazo, amigo Tiberyas

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