miércoles, 8 de mayo de 2013

Despertar en otra cama (I)

Querías hablar conmigo. Eso ya lo supuse tras ver dos llamadas perdidas y un sms en mi teléfono. Pero no te llamé. Te vería más tarde en el curso, pensé. Lo que no sabía entonces es que hoy despertaría en tu cama. Que cómo pasó...

Ayer desperté en otra cama que no era la mía, desnudo, abrazado a otra mujer que no eras tú. Ella dormía plácidamente y aún no se había hecho de día. Lucía hermosa, en penumbra, parecía un ángel. Miré el reloj y todavía quedaba un rato para despertar. Me recosté sobre ella haciéndole la cuchara. Ella se acoplaba perfectamente a mi cuerpo y así, en esa postura, me volví a dormir por un rato. Una mano que me acariciaba el
muslo me despertó de mi letargo. No quería abrir los ojos, no todavía, quería sentir esa mano, sentir hasta donde llegaría. Ni corta ni perezosa, esa mano fue avanzando hasta la entrepierna, que como cada mañana saludaba firme y dura al nuevo día. La mano tomó posesión del territorio conquistado, subiendo y bajando toda su longitud, cada centímetro, con la presión y el ritmo adecuados. De vez en cuando, la mano incursionaba más al sur, sopesando todo cuanto encontraba en su camino. Aún sin abrir los ojos, me recosté sobre el colchón facilitando las maniobras de la mano, deleitándome con la preciosa maniobra que estaba recibiendo. De repente la mano intrépida recibió el apoyo de una lengua húmeda que lamía el extremo de mi falo. Me estremecí. La noche anterior, mi polla conoció aquella lengua en el portal en una deliciosa mamada que me hizo ver las estrellas.


Bonita forma de despertar. Abrir los ojos y ver una lengua que se afana en tu glande. Ver esos pechos puntiagudos bamboleándose al compás del  frenético sube y baja que acompaña una ávida mano. Sentir una melena acariciándote, casi haciéndote cosquillas, en los muslos. Si existe un cielo, debe ser algo parecido a una mamada mañanera. Y no, no quería que esa mujer que me estaba proporcionando el mayor de los placeres se quedara sin el suyo. Agarré su cintura y coloqué su sexo sobre mi rostro. El número mágico, la  representación de los dos principios que rigen el universo, el ying y el yang. No dejé de saborear ni un sólo centímetro de su raja. Su diminuto cuerpo se estremecía de placer mientras besaba, chupaba, lamía, mordisqueaba su sexo. Uno de mis dedos se apoderó de su esfínter y comenzó a jugar con él. Ella paraba de gemir para seguir comiéndome la polla. No sé cuánto tiempo pudimos estar así. Perdimos totalmente la noción del tiempo.

L. me pidió urgéntemente que se la metiera, que la follara. Obediente, la coloqué sobre la cama a cuatro patas y se la clavé poco a poco en su húmedo coño. Estaba tan mojada que mi polla se resbalaba fácilmente en sus entrañas. Cada embestida iba acompañada de un gemido. 5 golpes suaves y uno fuerte, así reza mi manual. A cada estocada fuerte, de su atea boca resonaban llamadas a la divinidad. 4 golpes suaves, uno fuerte, comenzaba a recitar el santoral. 3 golpes suaves, uno fuerte, comenzaron las blasfemias. 2 golpes suaves, uno fuerte, ya era incapaz de articular palabra, sólo gritos incomprensibles. Golpe fuerte, golpe fuerte, golpe fuerte. "Nene, córrete dentro de mí..." Golpe fuerte, golpe fuerte, golpe fuerte, golpe fuerte. "Me corro, me corro, me corrooooo...". Golpe fuerte, golpe fuerte, suena el despertador al mismo tiempo que de mi polla brotan ríos de lefa blanca y viscosa. Quedamos exhaustos, rendidos sobre las sábanas húmedas y llenos de sudor. No había tiempo de arrumacos, era hora de darse un duchazo y salir corriendo al trabajo...

3 comentarios:

  1. Vaya, vaya, estoy en ascuas... un muy bien por el ritmo narrativo.

    Salud!

    P.D.: Y la descripción de la follada del final me ha hecho sonreir, jeje.

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  2. genial me encanto tu relato no pude para de leer...y aquella técnica de los golpes me a encantado como para ponerla en práctica...vamos por la segunda parte..

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  3. Ya lo sabes, amigo Real Fenix, una idea más para tu "Pose de la semana"... ;-)

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