Sin duda los últimos encuentros han sido geniales. La semana pasada vimos una película en su casa y después dimos un paseo. El sábado no pude ir a su encuentro porque estaba demasiado agotado. Ella se entristeció y me lo recriminó. Alerta. Ya ha pasado otras veces, y me siento fatal. Me encuentro mal porque no puedo satisfacer a todos sus reclamos, no quiero volver a lo mismo de siempre. Al final, ellas sufren, pero quien sale perdiendo soy yo. El domingo, fue un día duro, mi remordimiento de conciencia no me dejó dormir, ni hacer nada. Tuve que ir yo a su casa. Me estaba esperando. Yo quería decirle las cosas claras, lo que no me gustaba. Finalmente, no pude. Me derrumbé y volví a caer en su cama.
Qué más quisiera yo que cumplir con todos sus deseos, qué más quisiera yo que poner fin a mi tristeza, pero no puedo. Me siento mal y no puedo dar más de mí. Me torcí el tobillo la semana pasada y apenas puedo caminar. Me cita para pasado mañana y no sé si voy a poder. Ya me comprometí y tendré que estar ahí. No sé si quiero esto. Ella me gusta, me lo paso bien con ella, pero no quiero formalizar una relación. No estoy totalmente curado y es poco lo que le puedo ofrecer. Yo le he dicho lo que hay, ella me dice que me quiere ayudar, pero no quiero que me ayude nadie. Sólo quiero estar, disfrutar de su compañía, tener una amistad.
Por otro lado, el viernes salí con un amigo. Estaba destrozado por un fracaso sentimental y qué mejor que salir a tomar aire fresco para disipar los malos pensamientos. Quiso la casualidad que nos encontráramos con su ex-pareja en la calle cuando íbamos a tomar copas a otro local. También quiso la casualidad que estuviera acompañada de otra chica. Mientras mi amigo y su ex, hablaban de lo que tenían que hablar, decidí retirarme unos metros con la acompañante, la cual sabía de qué iba la historia. Tenía que entretenerla, mientras mi amigo le decía cuatro cosas a su ex. Tenía que hacerle la cobertura. No fue difícil establecer conversación. Preguntas tontas como a qué se dedica, desde cuándo conoce a mi amigo y a su ex. Compartimos una cerveza que compramos a un vendedor ambulante. Le ofrecí un cigarrillo, pero me dijo que sólo quería darle una calada. La chica me preguntó por mi ocupación y le conté toda la historia de mis últimos cuatro años. Parecía fascinada. Evidentemente omití detalles que tampoco venían a cuento. No sé, parece que conectamos enseguida y créanme, empecé a sentir las ganas de besarla, cosa que ocurrió. Primero fue un pico, después estábamos enrollándonos en plena calle, mientras mi amigo discutía con su ex. Cuando todo parecía que iba bien, llegó mi amigo, me tocó en el hombro y me dijo que nos marcháramos, que ya había hablado con su ex y que todo había terminado. Miré a la chica con la que me había estado besando y le dije con los ojos, que ya nos veríamos en otro momento. Me tomó la mano, agarró un marcador y me pintó su número de teléfono. Llámame, me dijo tras darme un último pico.
Mi amigo me dijo, no te conviene. Tiene novio y vive con él. Sé que mi amigo no iba a mentirme, pero quizás la curiosidad, el morbo o cualquier otra cosa, me hizo que apuntara el número en mi celular. Eso sí, me costó mucho quitarme lo que me había escrito en la mano. Hubiera sido difícil de explicar el domingo a la otra chica, qué hacía con un número escrito en la mano. Finalmente, con algo de alcohol y un algodón, pude quitarme las marcas. He estado fantaseando desde entonces, hasta que ayer, cuando regresaba a casa, decidí llamarla.
"Te estaba esperando", me dijo. "No me atreví a hacerlo hasta ahora, pues me dijo mi amigo que no estabas sola, no quisiera meterte en problemas", contesté. "No me gusta que me dejen a medias y los problemas, me los busco yo solita". Me dio una dirección que apunté en un papel y me dijo que nos encontráramos hoy a las 20:00 allí. No tengo perdón, y otra vez vuelvo a caer en el rollo de las relaciones paralelas, a pesar de que no he formalizado nada con nadie. Pero en cierta medida, sé que alguien se está ilusionando conmigo y puedo hacerle mucho daño. Me tomó mucho tiempo decidirme. Tal vez con ésta sí, pero con la otra sé que no. Tal vez, como dice mi amigo, no me conviene y puedo meterme en un lío. El caso es que mi cerebro automático funcionó de nuevo y allí me presenté a la cita, en el lugar y a la hora convenidos.
"Pensé que te ibas a rajar", me soltó al entrar en la casa, abrazándome y comenzando a besarme. Al parecer, el novio estaba de guardia esta noche. No sé si me dijo que era militar o médico, o qué sé yo. Yo estaba más pendiente de quitarle la ropa, de besarla, lamerla y tocar su piel. Hay gente que no para de hablar cuando está teniendo sexo, quizás para contextualizar, quizás para justificarse. No tengo ni idea. Me llevó hasta su cuarto y encima de su cama comenzamos a follar. Sus tetas se balanceaban al compás de mis envestidas. De una postura, cambiamos a la otra. No paraba de gemir, de gritar, de decirme cosas obscenas. Es una constante en mi vida, a casi todas las mujeres con las que he estado, les gusta hacer ese tipo de cosas. Cambiamos al 69, mientras yo le comía su concha, ella se dedicaba a lamer toda la longitud de mi rabo. Mis manos agarraban sus nalgas dejando al descubierto el agujero de su culo, con el que empecé a jugar con mis dedos y mi lengua. Eso la excitó todavía más y se metió uno de mis huevos en la boca y después el otro.
Introduje un segundo dedo en su chiquito y me dijo que la quería dentro. Me incorporé y me puse detrás de ella. Se la metí poco a poco. Me preocupé, pues los gritos eran todavía más fuertes. De dolor, de placer, yo qué sé. Le tapé la boca con la mano y me mordió. "No pares, cabrón". Cuántas veces habré escuchado eso ya. Seguí bombeando hasta que empezó a venirse, no una, sino varias veces. No sé cómo aguanté, pero el caso es que no eyaculé. Qué sorpresa tuve, cuando después de un momento de descanso, ambos tumbados en la cama, se incorpora y se mete de nuevo mi verga en la boca. Me la chupó a pesar de haber estado antes en un lugar poco higiénico y cómo lo hacía, como una posesa, parecía que me la quería destrozar. Finalmente me vine. Solté leche a borbotones y caímos de nuevo, rendidos en la cama. Hacía mucho calor y estábamos sudados. Las sábanas estaban muy mojadas. Me propuso que tomáramos una ducha y así hicimos. Ya en la ducha, seguimos tocándonos, y llegamos a follar otra vez. De nuevo volvimos a la cama y seguimos haciéndolo. A las 23:00, me dijo que me vistiera que de un momento a otro iba a aparecer su novio. "Otro día vienes y seguimos con lo que estábamos", me dijo.
De regreso a casa, me sentí mal. Me sentí fatal. Otra vez volvía a las andadas. Qué más quisiera yo que todo fuera más fácil, qué más quisiera yo que no hacer daño a los demás.
Creo que empiezo a entender qué te sucede. Eres un caballero, y además debes ser muy atractivo.
ResponderEliminarTe sientes libre, totalmente libre, por eso puedes tener relaciones paralelas. Aún así, aún queda algo dentro de ti que te duele cuando sabes que dañarás a otra persona.
Algún camino tendrás que elegir....seguiré leyendo