No puedo dejar de olvidarte. Desde que decidí dejarte volar, he tenido la tentación de volver a comunicarme contigo. Tú no lo has hecho y lo entiendo. Creo que también me dejaste volar o decidiste volar por tu cuenta. Ahora sufro, sufro por tu distancia, sufro porque soy consciente de que tengo la culpa, sufro porque todo lo que me dio ilusión en su día se ha desvanecido. En un momento fui fuerte y tomé decisiones que me llevaron hasta donde estoy ahora, dejando un hogar, abandonando una vida, regresando a otra y sufriendo. No me arrepiento. Lo hice porque creí que era lo que tenía que hacer. Siento todo el daño que provoqué, pero era mi vida la que tenía que vivir y no la de los demás. La única fuerza que me llegaba era de ti. Sé que tú también sufriste, pero se te debió agotar la paciencia o alguien apareció en tu vida y borro de tu recuerdo mi existencia. No te culpo. Ahora sigo aquí, esperando tu llamada, algún mensaje, algo que venga de ti, aunque sé que no va a producirse. He decidido que no tengo que perseguirte más, que no debo arrastrarme más, que todo lo que pasó, forma parte de un pasado del que a medias me siento orgulloso y a medias me produce un profundo pesar. Sé que has desaparecido de mi vida y lloro. Lloro porque sé que te he perdido, que todo lo que me aferraba a esta vida, se ha ido. Y lo siento, lo siento mucho. No puedo seguir así, debo ser fuerte.
En este momento te abrazaría... abrazo fraternal.
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