martes, 23 de octubre de 2012

Y ahora me llamas...

Llamas a mi casa, con la excusa de felicitarme el cumpleaños. Sabes de sobra que faltan 4 meses para eso. Llevas más de dos meses sin dar señales de vida. Me preguntas que qué tal estoy, yo te digo que regular, que hoy tampoco ha sido mi día. Yo te pregunto cómo estás tú. "Bien", me respondes. Te digo que no hacía falta inventarse excusas para llamarme. Argumentas que el trabajo te tiene absorbida, que no tienes tiempo para ti. ¿Realmente no tienes un minuto para mandarme un mensaje? ¿De verdad que no se te ha ocurrido en todo este tiempo hacerme una llamada? No dices nada y quien calla, otorga. "Es que es complicado", te disculpas. Te explico que dejé de mandarte mensajes porque pensaba que te molestaban. No soy tonto, sé que andas con alguien y has preferido ignorarme. Te saco una confesión, sigues con el tipo aquél que dices que no tiene nada que ver contigo, que estás por estar, por no quedarte sola. Me preguntas si yo ando con alguien, como buscando una justificación a tus actos. Te miento y te digo que no. Tampoco te importa si ando con una, con varias. Me dices que ahora no estás interesada en las relaciones, que te preocupa más el trabajo, que te sientes sola. ¿Qué pasa, -pienso para mí- que te hartaste del tipo ése y ahora estás buscando una salida? Sabes lo que siento por ti. Sabes que me siento culpable por todo lo que sucedió y te aprovechas. Te refiero mis sentimientos, pero dices que eso te incomoda. Dices que me quieres como amigo y que le demos tiempo al tiempo. "¿Eso que significa?", te pregunto. No contestas. Sé que me estás buscando, que estás tanteando el terreno. Te crees ganadora en un juego que hace tiempo que no me interesa jugar. Aún así, soy educado, no te echo en cara nada de lo que me cuentas. Me dices que me quieres como amigo, y como amiga te estoy tratando, pero tengo curiosidad por ver qué estás tramando. Nos despedimos y me prometes que volverás a comunicarte pronto conmigo.

Llamas a los dos días, me hablas de tu trabajo y de las complicaciones que hay. Me pides consejo. Siento que he tenido esta misma conversación otra vez contigo. Veo que hay algo que me quieres decir, pero no lo dices, porque sigues tanteando el terreno. Cuando terminas de relatarme tus problemas laborales, te pregunto cómo estás. Me dices que estás triste, porque has tenido una bronca con el tipo. Que es un indeseable, un imbécil y que estás harta. No me sorprende, ya me lo temía. Sigues con tu lamento y recuerdas cuando estábamos juntos, lo bien que me portaba contigo, que yo soy bueno, que soy atento, caballeroso y detallista, todo lo que no es el tipo al que te estás tirando. Comienzo a cansarme de tus halagos, pero te dejo hablar, quiero saber hasta dónde me quieres llevar. Me dices que sólo te has enamorado dos veces en tu vida y que una de ellas fue de mí. Me estás intentando camelar, lo sé. Tengo ganas de mandarte a la mierda, de decirte que eres una puta, pero la educación y el decoro me lo impiden. Sigo escuchándote y me cuentas sobre nuestra primera vez. Era la primera vez que alguien te había llevado a un hotel de 5 estrellas, te había comprado rosas y había sido dulce contigo. Pienso en los moteles baratos y en las casas cochambrosas donde has follado con cualquiera. Te imagino comiéndole la polla a cualquier individuo sólo por no estar sola o vete tú a saber si por dinero. Me duele el alma, me duele corazón imaginarte con todos los hombres a los que te has follado. Pero no, hace tiempo que decidí dejarte volar y olvidarme de ti. Sigo escuchándote. Ahora me cuentas como te estremecías en nuestro último encuentro, que fui el primero al que le dejaste correrse en tu boca. Yo también lo recuerdo y también recuerdo cuando me dejaste porque no soportabas que te llevara la contraria. Continúas con tu historia. Siempre me cuentas historias y cada vez son distintas. Ya sé que eres una mentirosa, pero te dejo continuar. Quizás sea masoquista al no parar de raíz esta conversación, pero quiero saber hasta dónde quieres ir. Me dejas caer la posibilidad de que volvamos juntos. Te contesto con tus propias palabras. "Démosle tiempo al tiempo".

Hoy me has vuelto a llamar. Confiesas que has dejado al tipo y que necesitas verme urgentemente, que estás muy triste y que necesitas un abrazo. Me lo pienso, sé que esto sólo puede hacerme daño, pero aún así, tengo curiosidad de ver de lo que eres capaz. Quedo contigo en el lugar donde nos conocimos. Soy un masoca, pero también debo enfrentarme a todos los agujeros negros que he ido dejando tras de mí. Te veo, me ves, vienes hacia mí, como con timidez. Una timidez calculada, un gesto muy tuyo. ¿Por qué ahora me doy cuenta de todas esas cosas y antes no? Debe ser que ya no te quiero, que ya no siento nada por ti. Me das dos besos y me abrazas. Estás llorando. Seco tus lágrimas con mis manos. Te pregunto por qué lloras. Me dices que porque soy muy bueno, porque sientes que te he perdonado. Sigues camelándome y yo te sigo el juego. Vamos al restaurante aquel donde íbamos cuando salíamos juntos. Dos raciones de lo de siempre. Quieres recrear un pasado idílico y yo soy consciente del presente, de todo el daño que me has hecho, de todas tus mentiras y de todo lo demás. Te sigo la corriente. Recordamos anécdotas de nuestras salidas, de los regalos, de nuestra primera cita. Del frío que hacía en la plaza, de que te agarré de las manos para calentártelas, del beso que te robé. Me tomas de la mano y me hablas de lo felices que éramos. Yo asiento. En un momento preguntas, ¿qué nos pasó? Lo sabes de sobra, como también sabes de sobra todo lo que pasó después, los tipos con los que te has acostado, las mentiras que me has contado...

Tras la cena salimos a pasear. Me pides que te acompañe a tu casa. Sé dónde quieres acabar, pero me dejo hacer. Ya me utilizaste en su momento, ahora seré yo quien te utilice a ti. Tienes ese pensamiento absurdo de las mujeres, que se piensan que a los hombres se les domina por la cama. Quizás lo hiciste en su día, pero la vida me ha dado lo suficientemente duro como para saber distinguir las cosas. He aprendido y ahora utilizo la cabeza y no me dejo llevar por el instinto. He madurado y me doy cuenta que sólo soy un cambio de cromos. No me interesa saber si el otro tipo ha cortado contigo o eres tú la que has cortado con él. Sólo sé que me estás utilizando o eso es lo que pretendes. Llegamos al portal y me abrazas. Me dices que soy increíble y que ojalá las cosas hubieran sido distintas entre los dos. Ya me sé la historia, ahora debo ser yo quien te diga que las cosas no tienen por qué quedar así, que podemos intentarlo de nuevo y todo eso. Pero no, prefiero que lo digas tú. Me hago el fuerte y te digo que siempre podemos ser amigos, como tú me habías dicho. Te desarmo. Me dices que aún estás enamorada de mí, que llevas mucho tiempo pensando en mí. ¿Quién lo diría, te pasaste más de dos meses sin dar señales de vida? Supongo que mientras tuviste verga, yo no era más que un vago recuerdo. Ahora que no la tienes, buscas la mía. Crees que puedes hacer conmigo lo que quieras. Me abrazas, comienzas a llorar. Levanto tu cara, limpio tus lágrimas y me pones los labios para que te bese. Me aguanto, quiero ver cómo te arrastras. Te amo, me dices. "Yo también te tengo mucho aprecio" - contesto. "Sé que tú también me amas, pero no me perdonas por todo lo que he hecho", replicas. "Ya lo pasado, pasado está" - recuerdo la canción. "Entonces, démonos una oportunidad" me dices agarrándome la cara y me empiezas a besar. Me doy cuenta que a pesar del tiempo, de todas tus relaciones y todos los tipos que han pasado por tu cama, sigues sin saber besar.

Subimos a tu casa, devorándonos, quitándonos la ropa. Me conduces hasta tu cama, me tiras contra ella. Te deshaces de mi pantalón y me empiezas a comer la polla. Siempre recordaré la última mamada que me hiciste, corriéndome en tu boca, en tus pechos. Tus labios carnosos besan cada centímetro de mi polla, me engulles, succionas, lames. Es lo que mejor sabes hacer, comer pollas. Me imagino a todos los tipos que se la has mamado, corriéndose en tus cara, llamándote puta. Por un momento pierdo el control y siento celos, te agarro del cabello y te pongo de a cuatro y te la clavo por el culo. Por lo fácil que entra, me doy cuenta que ya se lo has regalado a otros. Empiezo a bombearte con fuerza. Tu gritas, te azoto las nalgas, te llamo zorra. te tiro del pelo. Tú me dices que quieres ser mi puta. A cuántos se lo habrás dicho. Sueltas alaridos, creo que te vas a correr, acelero las envestidas y te vienes en un orgasmo que hace retumbar los cristales. Te agarro del cabello y te obligo a que me comas la polla otra vez. Mi rudeza te sorprende, te excita, te calienta. Sigues mamando con pasión sin importarte que antes hubiera estado en tu culo. Lucho por no correrme, aún te la quiero meter por el coño. Te tiro del pelo y te hago ponerte de pie. Te agarro de los muslos, te subo las piernas hasta mi cintura y empiezo a empotrarte contra la pared. Gritas, jadeas, gimes, te estoy follando como nunca. Te preguntas qué fue de aquel chico delicado que te hacía el amor. De ése ya no quedan más que pedazos y jirones. El que te está follando es otra persona nueva, con el corazón destrozado y buscando venganza por lo puta que has sido. Te digo groserías y eso te hace estar más arrecha. Estás muy húmeda y mi polla hace ruidos al entrar y salir. Te corres, te corres de gusto, mientras sigo follándote como un animal. Te vuelves a correr, me pides que me venga dentro de ti. Quieres mi leche y así me lo haces saber. Te suelto y te obligo a ponerte de rodillas. Me masturbo hasta que sale todo mi semen disparado hacia tu cara, tus pelo y tus pechos. Me miras con ojos de gata en celo y comienzas a limpiarte con las manos los restos de mi descarga. Cuando estás limpia, llevas tu mano a la boca y lames mi lefa. Me tumbo en la cama y me enciendo un cigarrillo. Una vez me dijiste que te excitaba eso mucho. Subes a la cama y recuestas tu cabeza sobre mi pecho, me acaricias. Termino mi cigarro, me levanto y me empiezo a vestir. Me preguntas que por qué hago eso. Te digo que me voy. Saco dinero de la cartera y te lo tiro a la cama, como una vulgar furcia. "Cuando quieras repetir, me llamas" - digo y salgo por la puerta.

domingo, 21 de octubre de 2012

Cosas de chicas (dedicado a Clau y Ary, dondequiera que estén)

No recuerdo bien la razón que me llevó a la habitación de aquellas dos hermosas chicas y a pasar todo un fin de semana encerrado en su armario. 

Uno llega a una fiesta invitado por no sé quién, toma una copa e inicia una conversación intrascendente con otra persona. "¿De dónde vienes?, ¿a quién conoces?, ¿estudias o trabajas?". Otra persona se une a la conversación, se van apurando las copas, risas, que si te presento a fulanita, que mira qué buena está menganita, más risas. Acabas sentado en un sofá abrazado por una chica a la que acabas de conocer, pero por la desinhibición derivada de la ingesta alcohólica se comporta como si la conocieras de toda la vida. Hablas de la última película de ciencia ficción que has visto, a ella le gustan más las románticas. Resulta que estuvimos en el mismo concierto, coincide que nos gustan los mismos grupos musicales, los mismos libros. Conexión total.  Tonteas un poco, le guiñas un ojo, cuando estás a punto de besarla alguien te pasa un porro. Le das un par de caladas y se lo pasas. Ella hace lo mismo y se lo pasa al siguiente. ¿Por dónde íbamos? Cuando quieres repetir la operación, suena la canción. Se levanta como un rayo y se pone a bailar. Yo que ya estaba un poco elevado por el porro y por las copas que llevaba (no soy capaz de recordar) me quedo sentado. Otra persona se sienta en el lugar que dejaste. Inicias otra conversación, más risas. Al final se forma un grupo y conversas sobre lo mal que está el mundo, lo intentáis arreglar. Los porros circulan a velocidad de vértigo, la habitación ya parece un submarino. La música suena, la gente baila, pasan las horas. Haces el truco de la bolsa de té, y tres o cuatro juegos de magia que aprendiste en la cafetería de la facultad.  La gente se lo pasa en grande. Sigues contando chistes, te cuentan otros. La chica con la que casi te besas, cansada de bailar se sienta en tu regazo. Acaricias su espalda, te agarra de la mano y empieza a jugar con ella. La habitación se va haciendo más pequeña, ríes, quien te habla parece que está lejos y al momento está más cerca. Cada palabra es motivo de celebración, de carcajada, estamos todos drogados. Empiezas a comerle la boca a la chica sentada sobre ti. Ya ni te importa la compañía, te concentras en lo que estás haciendo, sientes que todo va a cámara lenta. Quien está a tu lado sostiene un porro y te lo pasa, compartes el humo inhalado con quien te estás besando. La persona que está a tu lado te dice, que también quiere lo mismo. Le das otra calada y repites el gesto en otra dirección, poco a poco, sintiendo como el humo va saliendo despacio de tus pulmones, atraviesa la traquea, la garganta y la boca y se va introduciendo lentamente en la boca de la otra persona, quien te agarra del cuello para que no se escape el humo. Cada vez estáis más cerca. Quien te besaba empieza a lamerte el cuello y te empuja para que juntes los labios con la otra persona. La lenguas se entrelazan, comienzas a comerle la boca a la otra persona. Te das cuenta de que la otra persona es otra chica, muy parecida a la muchacha con la que te besaste por primera vez. Estás tan pedo que te hubieras besado con el perchero si se hubiera puesto a tiro. Miras a tu alrededor, la gente está a lo suyo, unos besándose, otros riéndose, nadie se fija en nosotros. Una pareja se ha metido en una habitación a coger, otros aprovechan el baño para lo mismo. Permanezco en el sillón comiéndome la boca de aquellas dos desconocidas, que también me acarician. Se oyen gemidos, la habitación se me hace cada vez más pequeña, los sentidos se afinan o esa es mi percepción. Todo da vueltas y noto una mano que me acaricia la verga, otra mano se me ha metido por debajo de la remera y acaricia mi pecho peludo. Mis manos ya tocan las nalgas de las dos chicas que me besan, lamen y se entretienen desabrochando los botones de mi pantalón. Frente a mi veo como dos chicos se están besando y se masturban el uno al otro. Una chica le está comiendo la polla a un chico, mientras otro se la está follando por detrás. Otra chica, ya en pelotas, se acerca a cada una de las parejas y les va comiendo los morros a todos uno por uno. Mis chicas ya me están haciendo una monumental chaqueta a cuatro manos. Se acerca la chica desnuda y pide a mis muchachas permiso para sentarse encima de mí. Me da un pico y me coloca un condón, se pone de espaldas y de un envión se la meto desde atrás por su sexo lampiño. La agarro de sus tetas y comienzo a follármela a lo bestia. Mis chicas, lejos de enfadarse se despojan de sus remeras y me besan, besan mis pezones. Aunque no era consciente del tiempo que había transcurrido, lo que comenzó como una fiesta normal, llevaba un rato que se había convertido en una orgía. "Me vengo, me vengo" - gritaba la chica encima de mi verga, mientras se convulsionaba derramando abundante flujo sobre mis huevos. El intenso orgasmo de la joven fue el inicio de otros tantos de todos aquellos que se encontraban en la pieza gozando de los placeres del sexo. Los dos chicos que se estaban masturbando hacían un 69 en el suelo y se vinieron al unísono. La chica que estaba siendo enculada, recibió la leche de los dos varones que la estaban atendiendo. La chica a la que me estaba cogiendo, se dio la vuelta, me dio un beso húmedo, metió la mano en uno de mis bolsillos y me apuntó su número de teléfono en el celular. "Llámame otro día". (Betsabé Fiesta escribió en el contacto). El clímax compartido no fue el final de la fiesta. La gente bailaba desnuda, seguían los besos, de unos con otros, todavía quedaba alcohol y me consta que también mucha hierba. Todavía hipnotizado por los efectos del tetrahidrocannabinol, la intensa cogida recibida y con los pantalones bajados, abierto de piernas y con la verga más dura que un mástil, me quedé reponsando un momento, mientras me fumaba un cigarrillo que robé a alguien. Las chicas con las que me había estado besando habían ido al baño. Tardaron un poco en llegar, ya que alguien también estaba utilizando el baño para lo mismo y se entretuvieron un rato mirando a la parejita que andaba por allá. Al rato volvieron y me encontraron en la posición descrita y diciendo "Esto no lo podemos dejar así", me agarraron de la mano y me llevaron a una de las habitaciones para rematar la faena. Ahí se terminó la fiesta para mí y comenzó otra nueva.

No puedo recordar nada de lo que pasó allí. Sólo algunas imágenes me vienen a la mente del, imagino, delicioso ménage à trois que tuvimos los tres. Luego recuerdo despertar con un fuerte dolor de cabeza y abrazado de las dos chicas con las que me había estado besando. Estábamos desnudos los tres en aquella cama y el sol entraba por las rendijas de la persiana. Me quise levantar al baño y vi tres condones usados tirados en el suelo. Una de mis acompañantes se despertó con igual dolor de cabeza y despertó a la otra. "Levántate, que ya es más del medio día, tenemos que arreglar todo esto". Fui al baño y me encontré la sala donde se celebró la fiesta-orgía como si hubiera pasado un huracán. Botellas vacías, vasos derramados, condones usados, el suelo muy sucio y pegajoso, restos de colillas. Mala suerte para quien le tocara limpiar aquello, pensé. Cuando volví a la habitación me encontré a las dos chicas vestidas con unos escasos pyjamas y con ojeras debido a los estragos de la fiesta. Recogí mi ropa del suelo y me puse a vestir, cuando una de ellas salió al salón y vio el estado catastrófico en que había quedado la casa. Pegó un grito y la otra salió de la habitación para ver qué pasaba. También dio otro grito. Volvieron a la habitación con cara de encontrarse en problemas. Me compadecí de ellas y de pronto les dije de ayudarlas con el trance. Antes que nada y como no lo habíamos hecho el día anterior, nos presentamos. Me dijeron que se llamaban Clau y Ary, que eran hermanas, que sus padres estaban fuera, que habían quedado al cuidado de la casa y que su tía vendría por la tarde a hacerlas una visita para ver que todo estaba bien. Esto las preocupaba bastante, Agarré mi celular y llamé a la señora que limpiaba el departamento de estudiantes que compartía. Era una experta en zonas de desastre (hacíamos muchas fiestas) y aunque era en fin de semana, no le vendrían mal una paga extra. Llegó en menos de una hora, mientras tanto ya habíamos hecho desaparecer todas las botellas vacías, los condones usados y algunas cosas más. Doña María se puso manos a la obra y rápidamente dejó limpia la casa, como si no hubiera pasado nada el día anterior. Le pagué lo convenido y una pequeña propina por las molestias. "A la orden", fueron sus palabras y se fue. Las dos hermanas estaban más que agradecidas por mi gesto y querían recompensarme. "No hay problema, solo invítenme a la próxima fiesta", les dije. "Eso por descontado, pero al menos déjanos darte algo de desayunar, aunque ya sea tarde" - contestó Clau. "Sí, dale" - dijo Ary. Agarraron cosas del freezer y las llevaron a la habitación, pusieron música y comimos queso, uvas y algo de jugo. Les pregunté si se acordaban de lo que había ocurrido la noche anterior. "Todo se descontroló, sé que hicimos travesuras, pero no recuerdo nada más" - dijo Clau. "Yo sólo recuerdo hasta que llegamos a la habitación, nos echamos a la cama y nada más..." - contestó Ary. Estaba intrigado por los tres condones que me había encontrado por la mañana a los pies de la cama. ¿Serían míos? También me pregunté de dónde los había sacado, cuando habitualmente suelo llevar máximo dos encima. Tampoco tenía importancia. Lo que hubiera pasado o no aquella noche entre los tres, quedaría allí. "Tal vez otro día podríamos repetir" - dije yo. Quizás la pregunta fue demasiado atrevida pues se ruborizaron. Creo que no eran conscientes de lo que habían hecho y el haberse dejado llevar de esa manera, tal vez, las hacía sentir culpables. Aproveché la confianza para conocerlas un poco mejor, preguntarles sobre sus gustos, sus aficiones, a qué se dedicaban. En esto que suena la puerta de la casa, debía ser la tía. El pánico se instaló en los rostros de Ary y Clau. Ni yo, ni nadie debía estar ahí. La orden venía de sus padres y su tía las vigilaría, con lo que si me encontraba allí, podría meterlas en problemas. Rápidamente me escondieron en un armario desde donde podía ver lo que sucedía fuera gracias a unas rendijas. La tía entró en la habitación...

Tía - Y bien, mis muchachitas, ¿no vienen a saludar a su tiíta? (La tía debía andar por sus cuarenta y pocos, era una mujer atractiva, con curvas apetitosas y llevaba un vestido negro ajustado de una pieza, medias de rejilla y zapatos de tacón, venía como arreglada para una fiesta o probablemente venía de una)
Ary y Clau - Hola tía Marcia, ¿cómo está?
T - Muy bien, vine a verlas a ver si todo está bien, como les prometí a sus papás.
C - Ya ve, tía, aquí estábamos escuchando música
T - ¿Qué raro que no hayan organizado ya ninguna fiesta?
A - ¿Cómo cree, tía Marcia?, nosotras somos dos chicas formales.
T - Su mamá y yo hacíamos nuestras bacanales cuando sus abuelos salían de viaje...
A - ¿Ah, sí, tía?
T - Claro, eso lo hemos hecho todos cuando éramos jóvenes. Sú mamá de ustedes se traía a sus novios a casa y yo a los míos. Sus abuelitos nunca lo supieron.
C - ¿Que mamá se traía a los novios a casa?
T - Sí, su mamá antes de conocer a su papá tuvo varios novios
A - Vaya con mamá...
T - Y eran unos cuerazos impresionantes. Con alguno de ellos tuve algo después. 
C - Tía Marcia, no teníamos ni idea que mamá anduviera con otros hombres antes que papá.
T - Y eso enojaba mucho a tu abuelito, lo cual hizo que nos tuviera siempre muy controladas, hasta el punto de prohibirnos hacer fiestas en su ausencia.... Pero eso no fue impedimento para que las hiciéramos.
(Ary y Clau asintieron con sorpresa)
T - De hecho, en una de esas fiestas, tu mamá conoció a tu papá y ese mismo día te concibieron (señalando a la mayor de las hermanas). Se armó un buen relajo y tu abuelo echó de casa a mamá y a mi me envió con las monjas a un internado. (Las chicas estaban todavía más sorprendidas por la confesión de su tía)
C - A nosotras nos contaron que se conocieron en una fiesta, que se enamoraron y que se casaron pronto.
T - Sí, algo así sucedió, lo único que fue el abuelo quien los obligó a casarse. Lo bueno es que su padre es un buen hombre y se hizo cargo de la situación. Mi hermana tuvo mucha suerte con su marido.
C - Y cómo fue después, ¿qué ocurrió?
T - Ya saben, eran otros tiempos, un embarazo era un motivo de vergüenza. Casaron a tus padres de mala manera. Recuerdo los rostros tristes de ese día. ¿No se dieron cuenta que apenas hay fotos de la boda de sus padres? Su papá estudiaba arquitectura y su mamá no había terminado la prepa. Hicieron un arreglo para que su papá trabajara en el estudio de arquitectura de su abuelo paterno, mientras terminaba de estudiar. Su mamá estudió enfermería y ayudaba al abuelito en la consulta. Los dos fueron a vivir a casa de mi abuelita que había quedado sola cuando falleció. Su papá sacó la carrera cuando usted tenía tres añitos y usted recién acababa de nacer. Fue a estudiar a los Estados una maestría y regresó con un contrato muy bueno en una empresa constructora. Sus abuelos vieron que su papá era un hombre muy honrado y trabajador y que quería mucho a su mamá, a quien no le faltó de nada, ni a ustedes. Y lo aceptaron. Deberían estar muy orgullosas de sus padres.
A - Nunca nos contaron nada de eso.
T - Eran ustedes muy pequeñas y eso continuó siendo un pequeño secreto de familia.
C - ¿Y qué pasó con usted, tía?
T - Yo fui al internado, terminé mis estudios y me fui a los Estados para estudiar Derecho.
A - Pero si usted no tuvo ningún problema, ¿por qué mis abuelitos la enviaron al internado?
T - Tanto como no tener problemas... ¿Ustedes recuerdan al Doctor Salvatierra?
C - ¿El doctorcito, el que fue socio del abuelito?
T - Ése mismo, que el Señor lo tenga en su gloria. Un día, su abuelo nos encontró en la consulta...
A - ¿Qué hacían, tía?
T - Demasiadas preguntas, ¿no creen? Además, son ustedes muy jóvenes, no creo que sea apropiado...
C - El abuelo los sorprendió cogiendo...
T - Clau, ¿qué palabras son ésas? (dijo la tía con algo de enojo)
C - Disculpe tía, no quise ofenderla.
T - No tiene que disculparse, ya son ustedes dos mujeres y probablemente ya tengan sus experiencias, sus novios y no debería andarme con tabúes. En efecto, nos sorprendió cogiendo. El doctor y yo teníamos una relación y el abuelo se enojó muchísimo. Tanto fue así, que lo expulsó del consultorio y a mi me enviaron al internado con las monjas. Tiempo después, el abuelo perdonó al Doctor y volvieron a ser socios. Para ese entonces yo ya estaba en el extranjero estudiando.

Desde mi escondite seguí toda la interesante conversación sobre los orígenes de la familia, las experiencias de la tía, de la relación con el Doctor. De cómo en el internado comenzó a tener relaciones con otras chicas, de la represión de las monjas, de cómo fue a estudiar a los Estados, de los novios que tuvo allí, de cuando volvió, de por qué seguía soltera. Se iba haciendo de noche y la tía pidió algo de comer para cenar. También pidió un par de botellas de tequila para conversar con las sobrinas. El pedido llegó y comenzaron a cenar y a tomar. Los tragos iban sucediéndose a las confesiones por parte de la tía.

T - Bueno, basta ya de hablar sobre mí. Creo que les he dado mucha información y ahora quisiera saber algo de ustedes... por ejemplo ¿tienen novio? (esa pregunta era interesante)
A y Clau al unísono - ¿Como cree, tía?
T - Las dos son bien bonitas y seguro que tienen muchos pretendientes
A - No se crea, tía.
T - Pero alguno habrá por ahí...
C - Si se refiere a si somos vírgenes todavía, no, no lo somos. (La tía abrió los ojos, sorprendida, pero comenzó a soltar una sonora carcajada)
T - Mis dos niñas son ya unas mujeres. De eso no cabe duda, dos mujeres bien lindas que seguro que tendrán excitados a todos los hombres.

La conversación continuaba acerca de las experiencias de las dos muchachas. Hablaban de sus novios, de como se desvirgaron, de los tamaños de sus amantes, de posturas. Estaban muy animadas, habían creado un clima de bastante confianza y hablaban a su tía como si fuera una amiga más. Le comentaron que en ese momento no estaban jalando con nadie, pero que habían conocido a un chico muy interesante y muy amable, y que les gustaba a las dos. A lo mejor se estaban refiriendo a mí ¿quién sabe? Las botellas de tequila iban bajando y también el ambiente se había caldeado

C - Y tía, ¿cómo es eso de estar con mujeres?
T - Les tengo que confesar que es una experiencia diferente. No sé cómo explicarles. Una mujer sabe como complacer a otra mujer y si se logra la confianza y el ambiente necesario, es algo maravilloso. No piensen que su tía es tortillera, pues también me gustan los hombres. Es diferente, pero muy satisfactorio también.
A - ¿Pero no es, así, como raro?
T - La vida nos ha dado un regalo maravilloso que son nuestros cuerpos y la sexualidad es una forma de comunicarse con los demás, una forma de disfrutar nuestros cuerpos y no importa si se trata de un hombre o una mujer. ¿Nunca han sentido atracción por alguna mujer?
A - Qué cosas dice, tía
C - Sí, hay una chava de aquí del reparto que me parece bien bonita. Es muy sexy y viste muy atrevido. Un día la vi besándose con su novio y me entró curiosidad sobre cómo sería besar a una mujer. Es algo que me excita, pero sigo prefiriendo una verga.
T - Jajaja, claro mi niña, claro... Usted no es de piedra, seguro que no le haría ascos ni a la chava, ni a la verga, jajajaja (rieron todas)
A - No sé, besar a una chava, no sé, me sentiría rara.
T - Sí, resulta raro al principio, pero eso es culpa de las porquerías que nos meten en la cabeza desde pequeñas. Las cosas han de ser de una manera y lo contrario es contranatura... ese discursito ha hecho mucho daño, les digo. Ya no se trata de un hombre o una mujer, se trata del placer que puede sentir alguien al besar los labios de otra persona, al sentir una caricia sobre la piel, al sentirse deseado, se trata de personas, de su intimidad, de que todo es válido cuando dos personas adultas consienten. Así es como lo veo yo.
C - Tía, ¿usted me besaría? (dentro del armario yo empezaba a ponerme bien caliente)
T - No creo que sea adecuado, sigo siendo su tía. Además, si se enteran sus papás, a mí me matan. De todas formas, creo que eres muy bonita y tienes un cuerpo muy bonito. Creo que cualquiera desearía darte un beso.
C - Tía, le confieso que usted me gusta. Que siempre me he fijado en usted y siempre la he imaginado con sus novios, cogiendo, desnuda. Tiene un cuerpo espectacular y siempre he pensado en cómo sería besarla.
T - Me siento muy halagada, pero entiende, esto podría traernos problemas.
C - Dele, tía, dele, deme un beso
T - No sé...
C - Tía, seremos una tumba.
T - Está bien, sólo un beso

Clau se acercó lentamente hacia la tía Marcia, como con timidez. Ary las observaba sentada en la cama, como con cierto reparo, pero igualmente excitada. En su camisola se marcaban fuertemente sus pezones y había empezado a tocarse su panochita por encima del short. Marcia inició con un pico el beso a su sobrina, luego puso una mano en la cintura de Clau y su otra mano en la nuca. Iniciaron un largo e intenso beso con lengua, disfrutando cada movimiento, el roce de sus labios, la ternura del primer contacto y la pasión desenfrenada de después. Las manos de Clau se aferraron a las nalgas de Marcia, mientras, un servidor, expectador de una de las escenas más sensuales que había visto en su vida, me había quitado el zipper y comencé a masturbarme lentamente. Ary, llevó su mano a la boca y después la llevó a su sexo. El beso duró unos cuantos minutos.

A - Ah. ya está, dejen de comer en casa del hambriento, váyanse a un motel...
C - Ufffffffffffffffff, gracias tía, ha sido maravilloso.
T - Sí, mi niña, ha sido maravilloso
C - Ary, ¿tú no te animas?
A - No sé, me da cosa.
C - Pero bien que te estabas tocando, pendeja...
A - Ay, no sé, tía. Usted es bien bonita, pero yo no soy lesbiana.
T - Ni yo, ni tu hermana. Pero si no quieres, no pasa nada. 
A - Si sí que tengo ganas, pero no sé, me da mucha pena, la verdad.
T - Hagamos una cosa, te vendaremos los ojos y sólo sentirás el beso, si quieres.

La tía Marcia parecía que había roto otro tabú y se encontraba realmente excitada. La resistencia de Ary iba desapareciendo conforme Clau vendaba sus ojos con un pañuelo. La tía hizo un gesto a Clau para que fuera ella quien diera el beso a Ary. Ary puso la boca en posición de ser besada y Clau primero le dio un pico y después comenzaron a besarse con lengua. Esto excitó mucho a Ary que alargó sus manos para tocar a quien la estaba besando. Con sorpresa, al tocar los pechos de su hermana, se dio cuenta de que no era la tía quien le metía la lengua en la boca. Lejos de enojarse, siguió con el beso y sobando a Clau, a la que despojó de la camisola y comenzó a besarle los pechos. La tía, miraba toda la acción desde los piés de la cama, comenzó a tocarse los pechos y finalmente se deshizo del vestido que a esas horas, con la calentura, la oprimía. Clau despojó de su camisola a Ary y siguió disfrutando de los lametones de su hermana sobre sus pechos. Yo no daba crédito a lo que veía, estaba bien arrecho, cachondo, excitado. Ary se quitó la venda de los ojos y se dirigió a su tía y comenzó a besarla. Clau se puso a su izquierda y comenzó a acariciar a la tía. Se alternaban una y otra en besar a su tía, en acariciar sus sexos y en ir experimentando sensaciones hasta ahora inéditas. Era increíble ver a aquellas tres mujeres revolcándose en aquella cama con un edredón de Hello Kitty, comiéndose, devorándose, totalmente desinhibidas  El único problema era que no podía participar de su fiesta y me tuve que conformar con mis manos. A continuación la tía Marcia le quitó la bombacha a Ary y comenzó a besarle el ombligo y el vientre bajando hasta su sexo.

T - Ahora les voy a enseñar como una mujer sabe complacer a otra mujer.

Marcia besaba los muslos de Ary, mientras Clau no perdía detalle. Ésta abrió una gaveta y sacó un vibrador con el que empezó a jugar. Marcia lamía los labios de su sobrina que se retorcía de placer por las atenciones recibidas. Clau se masturbaba con el vibrador a la vez que besaba a su hermana y se acariciaba sus enormes pechos coronados por dos duros pezones color café. Marcia buscaba la aprobación de su sobrina para continuar con sus operaciones. Sólo los gemidos de Ary eran suficientes para que la tía lamiera de arriba a abajo toda la longitud del sexo de su sobrina. Ahora era el clítoris de Ary el que recibía el beso de los labios de la tía. Lamidas, succiones se sucedían mientras Ary se convulsionaba.

A - Tíita, no pare nunca.... ahhh, me vengo, ahhhhh, me vengo, no pare, no pare, siga...... ahhhhh (Ary se vino en un potente orgasmo que retumbó en toda la casa, derramando su flujo sobre la cara de la tía. La tía se levantó y tomó de la mano a Clau fundiéndose en un tórrido beso)

Clau tuvo por primera vez la sensación de experimentar el sabor íntimo de una mujer de los labios de su tía. Esto no la dejó saciada porque empujó a Marcia contra la cama, se situó entre sus piernas y le quitó el tanga con la boca para probar, también por vez primera el sabor de una vagina. Al principio, nerviosa, no sabía como actuar.

T - Házmelo como te gustaría que te lo hicieran a ti.

Clau siguió las instrucciones y empezó a comerle la panocha a la tía, quien también gemía de placer. Ary repuesta de su orgasmo se colocó detrás de su hermana y comenzó a hacerle lo mismo que Marcia le había hecho antes. La posición no era cómoda así que se colocó debajo de las piernas. Mi verga estaba a punto de explotar viendo a las tres damas como se daban placer en un hermoso trío familiar. Clau se ayudó de sus dedos para darle más placer a la tía, mientras Ary se ayudaba del vibrador para encender todavía más a su hermana. Marcia agarró la cabeza de su sobrina con las piernas, anunciando su inminente orgasmo que vino acompañado de otros dos más. El grito de aquella mujer aceleró mi excitación y me vine copiosamente sobre la ropa colocada en el armario. La tía Marcia quedó rendida en la cama, mientras sus dos sobrinas se daban placer mutuamente adoptando la posición del 69. Parecían dos expertas chupándose y haciéndose el amor mutuamente. Ambas acabaron viniéndose al mismo tiempo y derrotadas se tumbaron en la cama al lado de su tía. Las muchachas parecía que se habían olvidado que tenían a un hombre en el armario y se dedicaron a darse mimos, caricias y besos gracias a las nuevas habilidades adquiridas. Clau sacó un poco de mota de una bolsita y preparó un porro que compartieron.

A - Tía, ¿sabe?, me gustó mucho aprender con usted.
C - Sí, tiíta, muchas gracias por enseñarnos.
T - No tienen que dármelas, el placer es mío también.
A - Tía no se moleste, aunque he disfrutado mucho de esta experiencia, sigo prefiriendo la verga.
T - Te entiendo mijita, una verga es una verga (todas rieron), si bien ustedes pueden fácilmente sustituirla en un momento dado.
C - Ah, sí? Díganos cómo
T - Usted misma lo hizo cuando sacó su vibrador de la gaveta.
C - Pero no es lo mismo, tía. Ahí todo el trabajo lo hace una misma. No es lo mismo que cuando estás cogiendo con un chavo.
T - Ustedes mismas pueden coger también...

Marcia se levantó, fue a buscar en su gran bolso y sacó un arnés y un dildo con forma de pene, con sus venas y todo. Las chicas preguntaron de dónde había sacado ese instrumento. Marcia les confesó que tenía una amante con la que compartía juegos y que aquella misma mañana había estado usándolo con ella. Marcia se colocó el arnés y pidió a Clau que se pusiera en posición de perrito. Con mucho mimo colocó la punta del dildo en la entrada de su cuevita y se lo fue enterrando de a poquito. Al estar bien lubricada no costó nada entrar y comenzó un suave pero intenso mete y saca. Ary se abrió de piernas frente a su hermana  ofreciéndole su sexo depilado, que gustosamente Clau lamió como había aprendido momentos antes. Las tres mujeres fueron turnándose en el uso de aquel instrumento. Gozándose, cogiéndose, amándose mutuamente. Serían las 5 de la mañana cuando acabaron cansadas y se sumieron en un profundo sueño. Ni que decir tiene que habiendo gozado del bello espectáculo de mis dos nuevas amigas y su tía, también me quedé dormido dentro del armario.

A la mañana siguiente, cuando despertaron, tomaron una ducha y fueron a desayunar con su tía fuera de la casa. Momento que aproveché para salir de aquel armario y de la casa, dejándoles una nota de agradecimiento y el deseo de volver a encontrarlas.

jueves, 18 de octubre de 2012

Mi Historia de como pasar de ser una mujer de uno a ser mujer de tres..

Esta vez no escribo yo, esta vez escribe Carolina, una mujer muy bella y atractiva que he conocido en la red y que me dejó ésta, su excitante historia, en el correo. Espero que les guste y se animen a enviarme sus historias.


Mi nombre es Carolina,  soy asistente del Licenciado Fernández mi jefe inmediato, que solicito mi traspaso de una oficina que  habían cerrado previamente y como mi esposo es amigo del Licenciado Rangel,  dueño de la firma no hubo problema para trabajar allí,   en la primera entrevista  me pide que por la imagen de la empresa debo vestir siempre falda y tacones y como a mi me encanta vestir así no tengo ningún inconveniente,   pasados unos días,  empiezo a notar sus miradas lascivas sobre mi cuando cruzo frente a el y comienza a tomar la libertad de tratarme con mucha confianza en el hablar cuando  estamos solos y tratándome con mucho respeto frente a los demás.

Empezando todo  como un juego simple,  me empieza a acosar con palabras de que las faldas hacen juego con mis piernas y tacones, llamándome a su oficina solo para verme  sentada frente a el, y mirarme  de espaldas  en cuanto  salgo de ella, lo cual noto y me siento halagada de provocar eso en el , ya que no me es indiferente, es mayor que yo tal vez entre 12 y 15 años mas que yo y eso es algo que me atrae mucho en un hombre, de allí en adelante  su platica fue cada vez mas directa de que,  no se explicaba como las mujeres les gustaba usar tangas  sin que les molestara el hilo entre los glúteos,  llamándolos así para no hacerme sentir mal en ese rato, a lo que solo sonreí con cierta picardia y diciéndole que yo tampoco me explicaba  eso..   después comenzó a elevar su tono de comentarios haciéndome preguntas sobre si me depilaba entre las piernas y de sentir envidia de mi esposo de tenerme en su cama todas las noches y muestro cierta indignación sin mostrar enojo,  después me empieza a mandar  a mi correo, fotos de mujeres y hombres teniendo sexo y preguntándome si me molestaba por eso,  a lo que le respondía que no,  pero que no estaba bien que lo hiciera,    me  invita  a cenar un día,  pero mi esposo pasa por mi siempre por lo que no puedo salir con el..

un día  que estaba acomodando unos archivos, sin que lo notara se puso justo detrás de mi para ver sobre mi hombro el archivo que revisaba poniendo sus manos en mi cintura y pidiéndome que le buscara  uno en especial y sin darme tiempo,  acerco su cuerpo detrás de mi notando de inmediato que su pene estaba duro y mi reacción fue de hacer presión suavemente hacia atrás para separarlo,  consiguiendo  solo que el lo colocara entre mis nalgas moviéndose  un poco y pasando su lengua en mi cuello y mi oreja lo que me hizo dar un pequeño gemido involuntario,  un poco sorprendida le pedí que se separara,  que alguien podía pasar y mirarnos en esa situación,  diciéndome el, que no había nadie cerca y que deberíamos aprovechar el momento,  se me acerco otra vez y me tomo la cintura para que no me despegara  y empece a sentir humedad entre mis piernas sin decírselo, solo  le decía "no siga por favor" " van a llegar y nos van a ver",  me vuelve a pasar la lengua en mi cuello y notando mi  agitación, me lleva a una salita pegado  a mi y diciéndome  “que nalgas tan duras tienes Caro” “como me pones caliente  de solo mirarte” y ya dentro y sin soltarme mete su mano por adelante y hasta tocar mi tanga y llegar a mi vagina, besándome en la boca y después pasa su mano por atrás dentro de mi falda  y  pone sus dedos en mi ano acariciándolo y  arrancándome un gemido suave y sigo diciéndole  “no me comprometas,  mi esposo es amigo del licenciado Rangel” “porque me haces esto, si eres casado”,  intentado sacar su mano que tocaba mi vagina introduciendo uno de sus dedos suavemente y con otro presionando mi clítoris haciéndome perder poco a poco mi voluntad, y me dice "nadie va a saber de esto, desde que llegaste te deseo y quiero coger contigo zorrita"  y con un movimiento rápido  levanto mi falda bajando mi tanga hasta las rodillas, sorprendida trato de subirlas nuevamente y al inclinarme para tratar de subir mi tanga nuevamente,  el aprovecho el momento para poner su miembro entre mis nalgas y  yo deje poco a poco de resistirme,   lo que aprovecho para quitarme por completo mi tanga y ponerla en su bolsillo y empiezo a apretar mis nalgas con sus manos y a abrirlas al tiempo que puso su miembro entre ellas  sintiendo la presión sobre mi ano y mi vagina una y otra vez para excitarme,  y de pronto se oye ruido  de una compañera que se acerca y como pude lo separe y salgo rápido de allí, me voy directa a  mi escritorio respirando un tanto agitada,   pero con el sabor de ese momento prohibido,  momentos después voy a pedirle que me regrese mi tanga y respondiendo que le diga a mi esposo que me recoja mas  tarde porque va a haber trabajo y  desea que le ayude, diciéndome “acabo de oler tu tanga y saborear el jugo impregnado,  quiero cogerte hoy Carolina”,  regreso a mi escritorio y nuevamente siento  un deseo intenso  dentro de mi y el temor de lo prohibido y  aturdida por su proposición,  y sin pensar hago la llamada a mi esposo acordando que pasara mas tarde a recogerme,  y solo atino a marcar al Licenciado para informarle que mi  esposo ya esta enterado que  me quedare a hacer un trabajo  de ultima hora,  contestándome “se ve que quieres probar lo que sentiste entre las nalgas verdad?”  colgando el teléfono y dejándome  un deseo intense en mi vientre.

y seguí trabajando  y recibiendo mensajes de el diciéndome que tiene mi tanga enredada en su pene y que le excita saber que este trabajando sin nada debajo de mi falda y que nadie sepa que voy por todos lados de las oficinas sin mi tanga,
por la tarde  cierra la oficia y salen todos menos  el y yo,   con un poco de temor  permanezco parada en mi lugar mirando  a través de la ventana hacia la calle,  mientras el se asegura que  este  cerrada la puerta regresa a mi y se vuelve  a poner detrás de mi y mete su mano por detrás y empieza a sobar mi vagina y con su dedo bordea mi ano lo que me pone muy cachonda, desabrocha mi falda y la deja caer haciéndome  gemir al tiempo que le hago la petición de que por favor nadie se entere de eso y diciéndome al oído "quieres que te de una cogida rica zorrita?" y le digo que si lo deseo tanto.  entonces me dice  "voltéate y dame una mamada para que veas lo que vas a tener adentro de ti"  me voltee y me agache para sacar su pene que siento muy duro y sale  algo  tan grande y deseable  que me olvido de todo y empiezo a besarlo desde los huevos y a pasar mi lengua de abajo hacia arriba hasta  meterlo todo en mi boca , con mi lengua recorro los bordes de su cabecita tan suave y carnosa succionando y apretándoselo  sintiendo su excitación  al sentir como se hincha a cada chupada profunda, al verlo a la cara me dijo "mira quien te ve muy seriecita aquí y eres toda una puta mamando" y yo solo me concentro en su pene saboreàndolo y apretándolo, excitada por sus palabras, de pronto me dice “ya puta  porque me vas a sacar la leche  muy pronto, sube al escritorio y abre bien las piernas, después acerca una silla y pone su boca en mi vagina para comerme con movimientos rápidos y pasando a mi ano lo que provoca mucha cachondez  adentro de mi, convulsionandome a cada paso de su lengua entre mis tesoros ocultos, después se levanta y me lo empieza a meter de forma violenta que me hace sentir una gran excitación,  y entre gemidos diciéndole " así así, fuerte fuertee” mis jugos no tardan en mojar por completo ese grande y duro pene que empiezan a escurrir por mi ano, y que el aprovecho para lubricarlo y  penetrándolo  también por allí dándome una sensación que no había sentido por estar cogiendo en la oficina,  termino de quitarme  la blusa y el brassiere  dejándome solo con mis tacones, y me dice "quieres que te siga cogiendo zorra?"  diciéndole que si,  que quiero sentirlo adentro y me dice “antes recorre toda la oficina encuerada como si estuvieras trabajando y siéntate en la silla del Licenciado Rangel” y tomando una corbata que había dejado allí  comenzó a pasarla entre mi vagina y ano ya que estaba  con las piernas abiertas sobre su escritorio, después de eso me pidió que caminara hacia el gateando  hasta quedar pegada de su pene  llevándome así nuevamente a su oficina donde me vuelva  a penetrar con tal fuerza que no aguanto mas y salen mis jugos bañando su verga y salpicando en su escritorio, lo que hizo que se excitara mas  diciéndome “quiero vaciarme en tu rico culo zorrita, si quieres?” “Sii hazlo”  le dije, y llevándome  en medio de la oficina, me pide que me ponga de perrito  y con sus manos levanta mis nalgas y me pide estirar mis brazos con mi cara sobre la alfombra para tener   mejor angulo  de pronto siento su lengua que se mueve rápido  entre  mi vagina y mi ano lubricandolo con los jugos que provenía de mi vagina, penetrándome poco a poco y empezar a moverse tan rico que cierro mis ojos gimiendo de dolor y de un deseo de que no la saque,  apretándosela muy fuerte en cada embestida, lo que hace que  se venga dentro de mi con una gran descarga de semen, haciéndome sentir tan satisfecha y sin dejar de dar las ultimas suaves embestidas nos fuimos quedando  inmóviles en el suelo por unos minutos con su pene adentro y jadeando los dos de placer, sigo moviendo mis caderas sintiendo ya una suavidad sin dolor con mi ano relajado sigo masturbandolo hasta  dejarlo vació, sintiendo como su pene déjà la dureza para perder tamaño y salir de mi  suavemente diciendome “no quiero que  saques mi leche por lo que resta del día y si puedes coger con tu esposo hazlo pero no dejes que te penetre por el culo” sonriendo le digo que si en su oído,   pero sin evitar que  un poco de semen salga al momento que salio su pene por complete,  para evitar que mojara la alfombra recojo el semen que resbalaba  entre mis nalgas con mis dedos, y el con su mano los lleva  mi boca para terminar saborando su semen,  asi en el suelo me voltea hacia el y me empuja hacia abajo diciéndome “ limpia mi verga con tu boca putita”  colocandola dentro de mi boca y hacienda un poco de succión  salen las ultimas gotas que recibo con  mucho placer pasando mi lengua por todo su pene limpiando tanto sus restos de semen como de mis jugos, una vez terminado me besa en la boca diciéndome “coges como una verdadera prostituta” “te equivocaste de profesión” lo que me hace sentir placer,  lo miro y le digo “no imagine que seria algo tan rico hacerlo así, quiero  volver a hacerlo otro día” diciéndome “mi verga va a ser tuya cuantas veces lo desees con la condición que cuando estemos solos te  llamare  zorra o putita” y cuando estemos con los demás  seras la decentita Carolina”  me acerque a su oído y le dije “ seré para ti lo que quieras” después toma mi tanga y la pasa entre mis piernas para impregnarla de mis jugos diciéndome que se queda con ella porque colecciona las tangas de las mujeres con quien ha cogido,  en eso suena el teléfono  y es mi esposo que me espera afuera, como podemos nos vestimos y me acompaña a donde esta mi esposo, lo saluda y me dice:  gracias Carito sin su ayuda no hubiera podido hacer ese trabajo solo,  y mi esposo te dice "usted sabe que mi esposa tiene muchas habilidades en su trabajo" y le contesto, "si claro ya lo he comprobado plenamente",   caballerosamente abre la puerta del carro para subirme  y sin que se de cuenta mi esposo toca mis nalgas y me dice muy bajito "puta rica no olvides que tienes mi leche dentro de ti, no dejes que tu esposo te coja por allí hoy"  yo solo volte y sonrio y vamos a casa, donde tuve nuevamente sexo con mi esposo pero  solo por la vagina para terminar esa noche durmiendo con semen de dos hombres en mi vagina y ano.
al día siguiente  llego a trabajar  y me dice, “que paso cogiste con el como quedamos? " le conteste que si solo por la vagina,  “si que eres una zorrita Caro" y le sonrió sonrojada,  como a la hora me llama el Licenciado Rangel a su oficina y me pide que cierre la puerta, y me dice " Carolina, tengo una noticia que darle, pero no lo tome como algo malo,   y me llevo a su escritorio y en su computadora estaba mirando un vídeo que tomo a través de una cámara oculta que tenia en su oficina y que tomaba parte del centro de la oficina, y donde aparecíamos teniendo sexo tanto en su escritorio como a mitad de la oficina y caminando desnuda, sin saber que decirle por la pena solo dije “ perdóneme Licenciado”,  "no se asuste” me dijo, “que esto solo yo lo voy a ver  y Ernesto su esposo nunca se va a enterar, pero al ver todo lo que hizo, no me puedo contener de  decirle que tiene un cuerpo muy rico y un culo de ensueño y quiero también darle una buena cogida para no quedarme con ese deseo ademas que le daré  una  gratificación en dinero cada vez que obtenga sus favores que le parece?"  y tomo su corbata que el Licenciado Fernandez había utilizado para limpiarme y oliéndola  y sin dejar de mirar mis nalgas se puso atrás de mi y empezó a acariciarlas  y llevando mi mano a su pene sobre el pantalón dijo "avise a su esposo que hoy me va a acompañar a una junta importante y que yo la llevo a su casa terminando”,  colocando la corbata entre mis pechos y yo le dije "esta bien  licenciado  como usted diga....”

lunes, 15 de octubre de 2012

Lo que pasó contigo

Mi amigo me dio tu teléfono pidiéndome que hablara contigo. Necesitabas consejo sobre el área profesional en la que querías iniciarte y mi experiencia en el terreno podría serte de buena ayuda. Al principio me pareció un compromiso. Quizás no sea la persona adecuada para dar consejos, o en este momento de mi vida estaba más para recibirlos. Sin embargo, te llamé. En el teléfono me pareciste un poco engreída, todo hay que decirlo. Te ofrecí quedar a tomar algo y hablar. No parecías muy por la labor o esa fue la impresión que me dio. A fin de cuentas, eras tú la que requerías ayuda y yo estaba respondiendo a la solicitud de un amigo. Al rato me llama mi amigo agradeciéndome la atención ya que le habías llamado. Me dijo que me ibas a gustar, pero que si me daba tu teléfono era para ayudarte, no para seducirte. Nada más lejos de mis intenciones, bastante tenía con lo que me estaba pasando en los últimos meses, como para andar seduciendo a muchachitas. Menuda fama estaba agarrando, pensé

Pasaron los días y me llamaste. Me dijiste de tomar un café por el centro de la ciudad aquella misma tarde. Respondí que sí. La única duda sería cómo reconocerte. Me dijiste que me esperarías en la barra con un periódico en francés. Rara forma de identificarse, pero al menos era original. En esta ciudad es difícil encontrar prensa extranjera y sobre todo fuera de la temporada de turismo. Me imaginé que estarías estudiando ese idioma. No le di importancia. Tampoco le di importancia a mi aspecto, agarré lo primero que encontré, unos jeans y una camiseta de un grupo de rock. Salí de casa y tomé la ruta hasta el centro. Llegué a la cafetería y no había nadie. Me situé en la barra y me pedí un té. Hace tiempo que no tomo café, me pone nervioso. Encendí un cigarrillo y me puse a esperar. Mientras, la gente llegaba y se sentaba en la cafetería. Pasó media hora y aún no habías llegado. Justo te iba a llamar al celular, cuando apareciste en la puerta con tu ejemplar de Libération. Llevaba razón mi amigo, te veías bien bonita. Alta, morena, ojos y labios grandes y una deliciosa figura. Andabas también con unos jeans y una camisola que dejaba al descubierto tus hombros y dejaba adivinar el inicio del canal entre tus dos carnosos pechos morenos. También llevabas una mochila llena de libros de la universidad. Dije tu nombre y tu pronunciaste el mío con timidez. Nos saludamos con la mano y pediste un café. Te propuse que nos sentáramos en una de las mesas, pues estaríamos más cómodos.

Comenzamos la conversación, me contaste que estudiabas la misma carrera que había estudiado yo, y que querías trabajar en el mismo sector en el que yo mismo trabajaba. Me pedías consejo, te conté lo que hice, lo que no debí hacer y cómo debía haberlo hecho. Me mirabas con curiosidad, apuntabas cosas en tu libreta, prestabas atención y preguntabas lo que no entendías, también me expresabas tus temores, tus dudas y miedos. Por un momento me sentí tu profesor, tu maestro, tu guía. Nunca antes había pensado en toda la experiencia que tenía y el repasar contigo todos los avatares de mi carrera profesional, así como el interés que demostrabas ante mis explicaciones me hicieron sentir especial. También cambió mi primera impresión sobre ti, te veías humilde, sencilla y muy agradable. Debimos estar hablando por horas que casi no me di cuenta de que se hizo tarde. Te dije que podríamos seguir hablando y te di mi dirección de correo electrónico para que me escribieras cuando quisieras. Nos despedimos, esta vez con dos besos en las mejillas.

Días más tarde, llegó un mensaje a mi bandeja de entrada. Eras tú, pidiéndome consejo sobre tu CV porque ibas a aplicar a un puesto. Lo revisé y me di cuenta de que era un desastre. Te respondí que si querías lo podíamos ver juntos y hacer una versión mejor. No tardaste ni cinco minutos en llamarme al celular para confirmar la cita y el lugar. Misma cafetería y misma hora, aquella misma tarde. De nuevo tampoco me preocupé por mi aspecto. Llegué primero, a la hora convenida. Tú tardaste un poco más de la cuenta, pero al llegar me dejaste con la boca abierta. Estabas bellísima con tus shorts, las botas y esa blusa ajustada que dejaba ver lo justo. Nos pusimos manos a la obra, encendí mi laptop y comenzamos a revisar tu CV. Estabas sentada a mi lado y te apoyaste sobre mí para ver mejor la pantalla. El contacto de tus pechos sobre mi espalda hizo que se me erizara la piel. Mientras te explicaba como mejorar el documento, una de tus manos se posó en mi pierna, seguías apoyada sobre mí y sentía tu respiración en mi cara. Yo estaba poniéndome nervioso por momentos, comencé a balbucear, mi verga ya daba señales de vida bajo el pantalón. Pasé mi brazo por tu espalda y coloqué mi mano en tu cadera mientras con la otra iba explicándote las modificaciones en la pantalla. Me sonreías. Eres muy bonita y empezaba a sentir la urgencia del sexo. Te dije que tenías los ojos muy bonitos y te ruborizaste. Algo debí hacer mal, porque dejaste de apoyarte en mí y soltaste tu mano de mi pierna. No quise empeorar las cosas y continué con lo que estábamos haciendo. Finalmente terminamos y metí tu nuevo CV en el pendrive que llevabas.

Pagué tu café y mi te y nos fuimos de allí. Ya en la calle, te dije que seguía estando a tu disposición cuando quisieras y que me iba a mi casa. Cuando fui a darte dos besos para despedirme, me dijiste que esperara, que te gustaría que te acompañara hasta tu casa. Al principio dudé, lo que había pasado hacía minutos me decía que me podía poner en complicaciones. Mi historial reciente, nada ejemplar, indicaba que no era una buena idea. Recordaba las palabras de mi amigo, sobre que me ibas a gustar y que no tratara de seducirte. Pero tu insistencia y quizás mi caballerosidad no me dejaban otra opción que acompañarte hasta tu casa. Por suerte el lugar no estaba muy lejos, quizás a unos veinte minutos caminando. Mientras paseábamos te preguntaba por la carrera, por los profesores, si seguía fulanito dando la misma materia, que si menganito era ya catedrático, que qué aburrido era zutano. Me di cuenta que eres muy divertida y que tienes un encanto especial. Congeniamos muy bien y hasta te permitiste el hacerme preguntas personales. Te conté de mi divorcio, del despido de la empresa, mi búsqueda de trabajo... Poco a poco nos íbamos acercando a la puerta de tu casa. Esa situación ya la conocía, la del portal, tantas veces ensayada, tantas veces materializada con resultados dispares. Me encontraba ante ti, unos 10 años menor que yo, con un cuerpo apetitoso que haría las delicias de todo hombre. Todos mis esquemas se desmoronaban frente a ti, me sentía frágil, pero a la vez sorprendido de la situación. En otras circunstancias, mi modo de operación hubiera sido distinto, quizás hubiera utilizado el truco de los dos besos, uno en la mejilla y el otro en los labios, o tal vez, hubiera sido más directo y te hubiera estado haciendo insinuaciones desde mucho antes, para culminar con un beso robado. Pero esta vez era distinto. Sentía como una sensación de protección hacia ti que me impedía actuar como lo hubiera hecho con otra mujer. Me recordaba a mi mismo, cuando tenía tu edad, la sensación del primerizo. Si algo iba a pasar, ibas a tener que ser tú quien llevara la iniciativa.

Llegamos al portal y balbuceaba como un quinceañero. Te reías, te sabías ganadora de antemano y no dudaste en dejarme con la miel en los labios besándome en la comisura de los mismos. Me quedé paralizado, mientras abrías la puerta y te despedías de mí. Cuando cerraste la puerta, permanecí por varios segundos como obnubilado, luego reaccioné e inicié mi marcha hacia la casa. Preferí ir andando, aunque fuera un largo camino, pero necesitaba ordenar mis pensamientos y en casa no iba a ser posible. Seguía Lucía y con ella, ya habíamos iniciado una especie de relación. Quizás coger con ella me hiciera olvidar lo que había pasado y todas estas sensaciones raras que sentía. No había caminado ni diez minutos cuando suena mi celular y veo tu nombre en la pantalla. Me decías que estabas sola y que se no tenías luz en la casa, que no sabías cómo arreglarlo y que necesitabas ayuda. Dudé por unos momentos, pero al final accedí. Te imaginé en problemas y salió mi instinto paternal. De forma irracional comencé una carrera y en menos de 5 minutos estaba bajo tu portal. Te llamé al celular y bajaste a abrirme la puerta. Me abrazaste y me diste las gracias. Subimos hasta tu departamento, que era donde vivías con tus padres y me puse a revisar los fusibles, tras varios intentos y teniendo en cuenta que no soy un experto, conseguí devolver la luz a la casa. Me fijé que te habías cambiado la ropa y que ahora llevabas una especie de pyjama con unos minúsculos shorts y una camisola bien abierta. No llevabas brassiere y se notaban tus pezones bajo la tela. Me tomaste de la mano y acercaste tu delicioso cuerpo hacia el mío, dándome de nuevo las gracias. Te abrazaste a mi y me diste un pico, me miraste y continuaste con un beso húmedo, profundo y sensual. Me despojé de la bolsa de la laptop y comencé a acariciarte allí, en el recibidor de tu casa. Agarraba tus nalgas mientras tú sujeta de mi cuello seguías regalándome tu lengua. Apoyabas tu cuerpo contra el mío y fácilmente podías sentir la dureza de mi polla bajo el pantalón. Bajaste tu mano acariciándome el pecho, jugando con mi vientre y metiéndola por debajo de mis jeans buscando contacto con mi verga palpitante. Desabrochaste el cinturón, el zipper y me bajaste los pantalones y te agachaste para devorar mi pinga. Estaba como en la nube, disfrutando del placer máximo que me ofrecían tu lengua y tus labios carnosos. Te dije que si continuabas así, me vendría rápido. No me hiciste caso y seguiste con tu frenético ritmo, tus lamidas, tus chupadas, metiendo y sacando de tu boca mi sexo enhiesto. Te avisé de lo inevitable como queriéndote proteger de mi semen. Tú, ni caso, continuaste hasta que empecé a eyacular, como nunca antes lo había hecho, dentro de tu boca. Pude ver en tus ojos toda la lujuria del momento y como rebosaba en tu boca mi leche caliente. Me mostraste tu lengua, cubierta por el espeso fruto de mi corrida y te lo tragaste. Limpiaste todos los restos con tu mano y te lo llevaste también a la boca, saboreándolo, sintiéndote victoriosa. Me quedé mudo y agitado. Rápidamente subiste mis boxers, me abrochaste los pantalones y me diste un beso en la boca. Me dijiste que llegarían tus padres en un momento y que debía salir de allí rápidamente. Obedecí todavía asombrado por lo que acababas de hacerme y salí de tu casa, casi sin despedirme.

Ya en la calle, decidí volver a caminar hasta mi casa. El paseo duraría como dos horas, tiempo suficiente como para llegar a casa y encontrarme a Lucía dormida. Eso es lo que yo esperaba, que estuviera dormida, pues no sabía si podía ser capaz de hacer doblete con ella, ya que desde que lo hicimos, todas las noches teníamos nuestra ración de sexo. De nuevo los pensamientos culpables, otra infidelidad más, una nueva complicación. No era capaz de asimilar lo que había pasado contigo...


domingo, 14 de octubre de 2012

Mujeres divinas

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Escucho la ranchera y las lágrimas brotan de mis ojos, recordando las mujeres que han pasado por mi vida. Unas me dejaron a mí, otras las dejé yo, pero como dice la canción "nunca he dejado de adorarlas". En el caos que ahora es mi vida, tras el despido y otras cosas que acá les relaté, he podido reflexionar y mucho sobre todas esas historias, que quizás, el querido lector o la querida lectora, puedan pensar que se tratan de pura frivolidad, exageración o un simple ejercicio masturbatorio. Me encanta el relato erótico, quizás no tenga el talento de muchos de los autores que leo y tal vez, mis explicaciones puedan resultar groseras, pornográficas o como escribí arriba, exageradas. Puede ser que las palabras me fallen, puede ser que no pueda captar la esencia de mis recuerdos en el escrito. Alguien me escribió que notaba cierta frivolidad en mis relatos. No quiero disculparme, tan sólo explicar que el recuerdo me mantiene vivo y que a todas las mujeres que aparecen en este blog, están en mi corazón y en mi memoria. Escribo sobre mis experiencias sexuales, respetando el anonimato de las personas, tratando de recordar cada uno de esos instantes como si fueran hoy mismo, las sensaciones y las historias que ocurrieron y dieron lugar a tales encuentros. Me considero un hombre muy sexual, y quizás ello me haya llevado a tomar decisiones que hayan complicado mi vida en demasía. Tampoco me considero un don Juan y si han pasado tantas mujeres por mi vida, es más por la suma de los años, que por haberlas buscado...

Hoy tuve un encuentro muy especial. Ellos son dos amigos míos de hace muchos años. Están casados y ahora son padres de una preciosa niña. Debo confesar que siempre he sentido atracción por ella, pero nunca he intentado nada. Si han leído otros relatos, recordarán que tuve un affaire con la novia, hoy esposa de un amigo mío, también muy íntimo. En el caso de la pareja que nos ocupa, jamás ocurrió nada, a pesar de mi atracción por ella. Ellos saben de mis andanzas y de mi atribulada vida de parejas, desengaños, aventuras y encuentros ocasionales. Saben también de mis tristezas y de todas las cosas malas que me han sucedido en los últimos tiempos. Hoy nos vimos, los tres, solos. Hablando de cuando regresé, de lo mal que estaba, de que todo mejoró cuando comencé a trabajar, de mi despido, de la desordenada vida que llevo, de Lucía... En un momento, mi amigo tuvo que salir a atender una llamada. Ella me agarró de las manos y me dijo que me veía mejor, que todo era cuestión de tiempo y que las cosas empezarían a ir mejor. Se levantó de la silla y vino hacia mí para darme un abrazo, y con el abrazo dos besos. Me miró a los ojos y me dijo que me quería y me besó en los labios. Entré en estado de shock, esa mujer, esa amiga, la esposa de mi amigo, me había besado en los labios. Qué significa un beso en los labios, cuál es el significado de un beso en los labios. Me quedé pensativo y ella acarició mi rostro. Se volvió a sentar y yo comencé a llorar. No sé si de alegría, no sé si de tristeza. "No lo pienses" - me dijo y me guiñó un ojo. Recordaba todas las veces que había imaginado besándola, teniéndola entre mis brazos, haciéndole el amor. Pensamientos culpables que no lo serían de no existir la otra persona, mi amigo. Regresó mi amigo y dijo que debían marcharse, que era tarde y que la niña estaba al cuidado de una baby-sitter, que no querían dejarla más tiempo sola. Abracé a mi amigo, me despedí de él. Y abracé a mi amiga, le di dos besos y me despedí de ella. Me quedé con el dulce sabor de sus labios, de aquel furtivo beso que no sé qué significa y con la sensación de que existen esas mujeres divinas que nunca dejaré de adorarlas.

sábado, 13 de octubre de 2012

Buscando encontré

Tras unos tragos con los compañeros del trabajo y tras soliviantarme con la visión de las hermosas mujeres en la discoteca, que mostraban más que tapaban, regresé a casa con una sensación entre vacío y calentura que solo se me pasaría si tenía mi ración de pornografía y masturbación. Pero no era suficiente, el amor solitario no era consuelo suficiente para lo excitado que estaba. Necesitaba coger con una chava. Busqué en el periódico la sección de contactos, pero ningún anuncio me llamó la atención. Busqué en internet y tampoco me satisfacía la oferta. El contactar con profesionales no estaba entre mis gustos, la sensación de vacío y culpabilidad que luego sentiría, además el eterno debate moral sobre la explotación sexual y todas esas cosas me echaron para atrás. Aún así, estaba muy caliente, necesitaba calmar esa sensación y no encontraba con qué. Viendo mi página de vídeos preferida, saltó una pop-up que anunciaba algo como "encuentra mujeres calientes en tu área esta noche". Me dio curiosidad y cliqué. Había que registrarse y rellenar un perfil, crear un nick (utilicé el nombre con el que me bautizó mi querida Sherezade: El_sultan), hacer un test con las preferencias sexuales y ya formabas parte de una base de datos que te enviaba las alertas a tu dirección de correo electrónico. Se podía fisgonear entre los perfiles de las chicas de la ciudad que estaban registradas y había de todo, chicas atractivas con fotos sugerentes, mujeres no tan agraciadas, jovencitas, maduras, chavas de mi edad... Hubo un par de ellas que me llamaron la atención y les mandé un aviso para contactar. Estuve como una hora curioseando, leyendo perfiles, preferencias, gustos, medidas, fantasías, cuando, de pronto me llega un mensaje a mi bandeja de entrada. Alguien quería contactarme. Me metí en el perfil de la persona indicada y se trataba de una mujer de mi edad, morocha, ojos verdes, larga cabellera ondulada teñida de rubio que vestía una camisola verde que ocultaba unas pequeñas, pero apetecibles, tetas. Supe que buscaba una relación sin compromiso, que le gustaba la fiesta, la música, los tragos y que también fumaba. En el display de la página se me indicaba que estaba disponible para chatear, con lo que cliqué la pestaña del chat y saludé.

Yo - Hola
Ella - Hola
Y - ¿Eres "soyunica79"? Encantado, soy "El_sultán"
E - Mucho gusto, "El_sultán"
Y - ¿Qué te trae por aquí? (era absurdo preguntar por eso, porque seguro que buscaba lo mismo que yo, pero los nervios no me dejaban expresarme con naturalidad)
E - Supongo que lo mismo que tú (obviamente)
Y - Vi que me mandaste un mensaje...
E - Sí, claro, vi tu perfil y me agradó, me encantaría conocerte.
Y - Ya veo, ya. Yo también estaba viendo el tuyo y la verdad es que también me gustaría conocerte
E - Qué bien, ¿no?
Y - Sí, me gustó mucho tu foto, se te ve bien bonita
E - Gracias, pero gano al natural
Y - Eso habrá que verlo
E - Para eso te he contactado, para que me conozcas al natural
E - Tú te ves bien también
Y - Gracias, me gusta cuidarme. Trato de ir al gimnasio todas las semanas (esto fue hace unos años, antes de abandonarme, descuidarme y volverme un desastre)
E - Eso se ve, esos brazos no salen así porque sí
Y - Mi trabajo me cuesta...
E - Se ve, se ve. Me gustan los hombres con brazos fuertes. Creo que me podría perder entre tus brazos, papi
Y - Me encantaría poder abrazarte
E - Ah, sí... y qué más me harías?

Se la veía bastante directa y por lo que pude comprobar a lo largo de la conversación, también estaba caliente y solita aquella noche. Para no entrar en más detalles, comenzamos a relatarnos que nos haríamos, que nos gustaría que nos hiciera la otra persona. La situación era excitante y yo ya estaba con una erección de campeonato. Me era difícil escribir con una sola mano y según ella, estaba muy húmeda. Por aquel entonces las web-cams no eran muy asequibles y nos teníamos que conformar con las fotos del perfil y la imaginación

E - De pronto nos hemos presentado, pero no hemos dicho de vernos...
Y - Cuando tú quieras, princesa
E - A lo mejor te parece una locura, pero me apetecería que nos viéramos esta noche.
Y - Son las 5 de la mañana, pero si te apetece, dime donde voy a buscarte y voy para allá.
E - Te parece en mi casa? Estoy sola esta noche y me has puesto muy caliente...

Me dio la dirección y con lo puesto salí en búsqueda de un taxi. Afortunadamente a esa hora, en aquella ciudad, mucha gente volvía de fiesta a esas horas y rápidamente encontré uno. No tardamos ni diez minutos, mientras tanto ella me enviaba mensajes a mi celular. Llegué al punto indicado y llamé al interfono. Me abrieron la puerta, subí al ascensor y llegué hasta la puerta de la casa. Me moría de los nervios, y me preguntaba si todo esto no era una broma. La curiosidad me venció y llamé al timbre. Abrió la puerta y allí me la encontré, tal y como aparecía en las fotos y era verdad, era mucho mejor al natural. Me recibió con una combinación de seda negra transparente que dejaba ver sus pechos y la depilación caribeña de su sexo. Llevaba en la mano un dildo color morado con el que estaba esperándome. Me invitó a pasar y me abalancé sobre ella con ganas de calmar toda la calentura que tenía esa noche. Nos besamos ardientemente y ella se subió sobre mi enroscando sus piernas sobre mi cintura, como queriendo comprobar la fuerza de mis brazos. Yo la sostenía entre mis brazos y la apoyé contra la pared al tiempo que me quitaba la remera, me besaba el cuello y me acariciaba la espalda. Yo trataba de quitarme el pantalón y liberar mi verga dura como nunca. No sé como lo hice, pero también logré ponerme un condón.

E - Papito, cógeme fuerte, contra la pared (me decía mientras yo trataba de guardar el equilibrio y soportar su peso, decir también que era un poco más menudita de lo que imaginaba, lo cual facilitaba la maniobra y de un envión se la clavé en su coñito)
E - Sí, papi, cógeme duro, así, así, qué rico, papi. Qué vergota más rica que tienes, papi

De seguir así nos hubieramos caído. Ella se movía bien fuerte y yo de la pura arrechura también. Dentro de ella, la moví y la llevé sobre una mesa. Tiramos todo lo que había en ella. Un par de candelabros, una ensaladera... se montó un buen ruido, que lejos de escandalizarla la puso más excitada.

E - Dámelo, papi, dámelo... qué rico, mmm... así, más fuerte, así...
Y - ¿Te gusta, mami? Dime qué te gusta, mami. Te gusta como te cojo...
E - Me encanta, papi. No pares... cógeme bien rico
Y - Dime qué te gusta
E - Me encanta tu vergaaaaaa, esa vergotota que tienes con la que me estás cogiendo. Ay, sí, me encanta, mmm...

Me salí de ella y la hice ponerse contra la mesa, con mi mano sobre su cuello. Me agaché y comencé a comerle la concha desde atrás, lo que la hacía retorcerse de placer. De nuevo me levanté y se la metí de una vez en su humedecido coño. Comencé a embestirla con más fuerza con las manos sobre su cadera.

Y - Dime que eres...
E - Soy una zorra...
Y - No te he entendido, dime qué eres...
E - Soy una puta, soy tu puta, papito, hazme lo que quieras...

Agarré sus nalgas y las abrí y empecé a jugar con mi dedo en su culo. Eso la electrificó y empezó a sacudirse con más fuerza y a gritar como una loca. Le introduje el dedo índice con bastante facilidad. Aquello me decía que era un territorio ya explorado, pero parecía encantarle porque me pedía que le metiera otro dedo más. Con la mano libre, agarré su dildo y lo puse en vibración apoyándolo en su clítoris. Los gritos se hicieron más fuertes anunciando lo que venía a continuación

E - Me vengo, papito, me vengo.... ahhhhhhh!
Y - Síiiiii
E - ¿Qué me estás haciendo? Qué delicia, uffffffff, ahhhhhh, ufffffffff, no pares nuncaaaaaa!!!
Y - ¿Te gusta?
E - Me encantaaaaaaaa, no pares, no pares ahora, me vengo, me vengo, me vengo otra vez....

Un chorro de flujo caliente salió de su cuevita y me dejó empapado. Estaba tan lubricada que ya ni sentía como mi verga se introducía en ella. Cuando se vino por tercera vez, se salió de mi, toda azorada, con los ojos en blanco. Le temblaban las piernas, sus pezones estaban super duros. No respondía a ningún estímulo. Creo que si la hubiera tocado, se hubiera vuelto a correr. Se fue caminando con dificultad hacia una habitación. Yo me quedé, en lo que parecía el salón, en pelotas, y con la pinga más tiesa que un mástil. Decidí seguirla hasta la habitación y me la encontré tumbada retorciéndose de placer. Era preciosa esa mujer, su piel oscura contrastaba con la blancura de las sábanas. Se quedó mirándome fijamente mientras recuperaba la respiración. Debían ser las 7 de la mañana, comenzaba a amanecer.

Cuando estuvo recuperada, me indicó que me acercara a la cama. Obedecí y me tumbé junto a ella, como de cucharita y mientras acariciaba su piel desnuda, noté como dos lágrimas brotaban de sus preciosos ojos verdes.

E - Nunca antes me había cogido así, papito... uffffffff! Ni el cornudo de mi esposo me hará sentir lo que me has hecho sentir esta noche. (ojo, había mentado al marido, peligro!!!) Ni mis pretendientes, ni mis enamorados, ni todos esos machos que me he cogido (había sido buena idea ponerme un condón). Pensarás que soy una puta, pero hago esto porque me siento sola. Mi marido se va a trabajar con el camión y no vuelve en la semana. Soy muy caliente y tengo mis necesidades, y con una vez a la semana con mi esposo, no tengo suficiente. Por eso tengo mis amigos y me da mucha alegría haberte encontrado.

Las lágrimas no escondían la mala vida que llevaba esa mujer y lo necesitada de cariño que estaba. Se dio la vuelta y sequé sus lágrimas con mis manos. Ella las tomó y comenzó a besarlas en agradecimiento. Besó mis labios y me acarició el pecho, la espalda, mis gluteos, las piernas. Llevó su mano hasta mi polla, me quitó el condón y comenzó a jalarla, primero suave y después más fuerte. Fue bajando con su lengua por todo mi cuerpo hasta llegar a mi miembro, que metió en su boca y comenzó a chuparlo como si le fuera la vida en ello. Con una de mis manos, acariciaba su cuquita y ella me dirigió la mano hacia su culo, quería volver a sentir mis dedos dentro de ella. Succionaba mis huevos, los lamía, besaba el tronco de mi verga, se la metía en la boca, parecía que me quería ordeñar. Yo ya tenía introducidos 3 dedos en su esfinter y me dijo de pararme y metérsela por el orto.

E - Así, papi, ahora quiero que me partas la cola y que me dejes tu lechita caliente dentro. Sí, papi, así... así, bien dentro, quiero sentirte las bolas rebotándome en mi cuca. Mmmmmm, qué rico, papi, mmm qué gusto, así, dámela toda... quiero que te vengas dentro de mi y que cuando venga el cabrón y me encule, se manche con tu leche (ehhhh? así que tendría que salir corriendo de allí después, no fuera a encontrarme con el esposo... nada de romanticismo? nada de segundo round?). Sí, papi, parteme el culo..... qué rico.

Ella agarró el dildo morado y lo puso en funcionamiento otra vez y en esta ocasión se lo introdujo en la concha. Podía sentir el aparato vibrar mientras le ensartaba mi verga por el culo. Parece que le encantaba la doble penetración, porque tampoco dejaba de gemir, jadear y gritar, como lo había hecho minutos antes. Pensando en que el marido vendría en un rato y decidido a acabar pronto para salir de ahí lo antes posible, apuré mi marcha y me vine en una enorme corrida. Mi leche rebosaba por la abertura de su ano, mientras ella había alcanzado su quito orgasmo de la madrugada. De repente pareció que le entró la prisa, miró el reloj y se aceleró. Me dijo de darme una ducha y le dije que me la daba en casa. Me vestí rápido y me despedí de ella con la promesa de volvernos a ver. Cuando salí de la casa, me encontré con un hombre que debía ser el marido, vendría con ganas de marcha y se encontraría el regalito en el culo de su mujer. Ni que decir tiene, que jamás volví a encontrarme con ella, restringí su número en mi celular y decidí darme de baja en el servicio de citas románticas. Era todo demasiado complicado y aquella mujer se la veía que era problemática. Sentí lástima por ella, pero por algún motivo, sentí más lástima por mi y me di cuenta de que aquello no me convenía. Sí que disfruté de la experiencia, pero aquello me enseñó que si buscas, encuentras, aunque muchas veces no es necesariamente lo que buscas, lo que encuentras. Antes de borrarme del servicio, tenía mínimo unas cinco alertas. Nunca quedaría con ellas, pero me quedó la sensación agradable de que podía ser interesante para algunas mujeres.




jueves, 11 de octubre de 2012

Extrema

El otro día me crucé contigo en la calle. Ibas con alguien agarrada de la mano. No quise molestarte. Te veía contenta, despreocupada. Vestías una falda negra hasta la altura de las rodillas y una camisola que mostraba tu generoso busto. Tan sexy, tan preciosa, como cuando te conocí. Cuando llegué a mi casa, no pude evitar masturbarme pensando en nuestro encuentro hace 3 años.

Fue algo casual, excitante, algo salvaje. Fue en aquella fiesta en la institución en la que trabajabas, a la que acudí invitado por unos amigos, compañeros tuyos, que querían animarme tras una ruptura sentimental. Mi estado de ánimo no era el adecuado, pero igualmente acudí. Cuando llegamos, nos presentaron. Debo reconocer que me gustó la forma en que me miraste, muy pícara, desafiante. También reconoceré que me fijé demasiado en tus dos enormes pechos enmarcados en ese sugerente escote. Me sonreíste y me guiñaste un ojo. Me dijeron que eras la encargada de servicios generales de aquella institución y que habías conseguido ese puesto porque te tiraste al jefe de personal. Se comentaba que también habías tenido alguna aventura con algunos empleados del lugar y que eras bastante liberal. Tampoco hice caso a las habladurías, apenas te acaba de conocer y tampoco me gusta juzgar a las personas sin conocerlas. Me llamó la atención, eso sí, lo divertida y animada que estabas. Supuse que ya tenías unas cuantas copas encima. 

Mis amigos me sirvieron una copa y me puse a hablar con ellos, de mi ruptura, de cómo me encontraba, de mis proyectos, de los suyos. De vez en cuando echaba la mirada para ver si te veía. Cruzamos la mirada en un par de ocasiones. Alguien propuso poner algo de música. Tú eras la encargada de ponerla, pero no sabías como poner en funcionamiento aquello. Yo me presté a echarte una mano. Un par de toques por un lado, y colocando los cables en sus respectivas clavijas y ya teníamos montada una estupenda discoteca en aquel jardín interior de ese edificio antiguo. Las canciones que elegiste eran clásicos del pop rock de los ochenta conformes con tu edad, diez años mayor que yo. Una vez instalado, regresé con mis amigos que me advertían de que ya me habías echado el ojo, que eras demasiada mujer para mí, que andara con cuidado. Seguíamos bebiendo y picoteando los snacks que habían preparado en una mesa. Volví a girar la cabeza, buscándote. Estabas hablando con unas amigas y fumándote un cigarrillo. Encontré la excusa para acercarme a ti y te pregunté si me regalabas uno. "Todos los que quieras, cariño", contestaste, Te encendiste otro y me lo diste a mí. Curiosa manera de insinuarte. Yo te pregunté si querías un trago y me dijiste que te apetecía tomar un destornillador. Al principio no supe que era, pero luego recordé que era vodka con naranja, fui a la mesa, agarré un vaso de tubo, eché tres hielos y serví el vodka. Como no había zumo de naranja, serví Fanta y te lo llevé. Me dijiste que me veías triste y yo te conté que no estaba en mi mejor momento. "Tranquilo, relájate y disfruta de la fiesta", me dijiste. Trataba de mirarte a los ojos, pero estos se me perdían en tu canalillo descaradamente. Me dijiste que las chicas querían bailar y que si yo sabía. No me considero un gran bailarín, pero con el tiempo y mi estancia en América Latina, había aprendido algunas cositas. Te dije que sí, que pusiéramos algo de salsa. Esa idea te entusiasmó y gristaste a las chicas: "Aquí hay un hombre que sabe bailar". Como no sabías qué música poner, te dije que tenía un playlist en youtube con ritmos latinos, salsa, merengue, bachata, reggaeton. Puse el playlist e improvisamos una pista de baile en aquel lugar. En principio bailábamos tú y yo, luego se fueron animando las chicas y algún que otro chico. Sonaba la canción de Marc Anthony, "Tu amor me hace bien" y te diste cuenta de que no era un tronco. Te agarraba de la cintura y te daba la vuelta como una peonza. Una de tus compañeras te dijo que podrías compartirme con ellas. Me miraste a los ojos con aprobación y comencé a bailar con la otra chica otra salsa, mientras tú seguías bailando con las demás mujeres y algún que otro atrevido caballero. Llegó el turno del reggaeton y el perreo. Mientras bailaba con tu compañera, te acercaste por detrás y me pusiste tus manos en la cintura imitando mis movimientos. Sentía tus pechos en mi espalda y me giré, te agarré de la cadera y comencé a bajar y luego a subir, tu imitaste el movimiento mientras tu compañera también seguía los míos. El roce hizo su efecto y despertó en mi una potente erección. Te puse de espaldas frente a mí, colocando mi verga sobre tu falda. Me dijiste que me notabas bien excitado y de forma discreta llevaste tu mano hacia mi polla y me la agarraste al tiempo que nos contoneábamos. Otra compañera también quiso bailar conmigo e hice lo propio.

Tras varios cambios de pareja, necesitaba un respiro y tomar alguna copa, ya que me estaba muriendo de sed. Fui a la barra y me serví mi copa de bourbon con coca-cola. Mis amigos se acercaron y me dijeron que esta noche había triunfado. Yo negaba la evidencia, pero era evidente que me había convertido en el rey de la fiesta, por un momento. Las chicas seguían bailando y reclamando mi presencia en la pista. Sonaba una bachata y copa en mano, enseñé los pasos básicos a cada una de las chicas. Te busqué con la vista y te vi que estabas fumando otro cigarrillo. Me fui en tu búsqueda y me ofreciste otro de la misma manera que el primero. Me excita mucho cuando una mujer me enciende el cigarrillo y me lo da. Creo que sabías eso y lo utilizaste para seducirme. Por supuesto que me dejaba hacer. Me encantó tu atrevimiento durante el baile y me dijiste algo que me erizó la piel. "No sé quién te tiene triste, pero desde luego esta noche te voy a hacer feliz". Uno de mis amigos, vino a por mí. Me dijo que no me convenías, que eras una devora hombres y que yo estaba muy débil para eso.

Volví donde los hombres y dejé el baile. Aquello me había despertado el hambre y me serví unos cuantos canapés que iba comiendo mientras hablaba con mis amigos. Seguimos con el juego de las miradas y vi como te mordías los labios al tiempo que me guiñabas un ojo. La velada continuó hasta la 1, hora en que debían cerrar el edificio. Ayudé a recoger y cuando terminamos, mis amigos me indicaron que nos fuéramos a otro sitio. Ellos salieron primero, pero yo me quedé para despedirme de ti. Te di dos besos y te dije que me había gustado conocerte. Tu me dijiste que a ver si coincidíamos otra vez. Volví a darte otro beso en la mejilla y el segundo, te lo di en los labios, sin que nadie se diera cuenta. Te pregunté al oído que qué ibas a hacer después. Sonreíste y me dijiste al oído: "En una hora, en tal sitio". Asentí, te abracé y volví a besarte en la boca discretamente.

Mis amigos, que esperaban en la puerta, me invitaron a ir a una discoteca. Les dije que me encontraba cansado y que me iba para casa, que no quería aburrirles. Se quejaron pero comprendieron que no tuviera ganas de marcha y me dejaron solo. Tomé un taxi y me dirigí al sitio convenido. Para hacer tiempo, me metí en un bar y me tomé otra copa, y compré tabaco. A la hora propuesta, salí y te encontré esperándome. Me recibiste con un beso en la boca y me propusiste que nos fuéramos a tu casa. No estaba lejos, así que fuimos andando, agarrados de la mano, besándonos a cada esquina. En una de esas me preguntaste que si no eras demasiado mayor para mí. Puse un dedo en tus labios para que no dijeras nada más. Agarraste mi mano y comenzaste a lamer mi dedo, a chuparlo como si fuera una verga. Te agarré de la cintura y te apoyé en la pared de aquel oscuro callejón, besándote, restregándome sobre ti, tocándote las tetas por encima de la ropa. Tu me agarrabas el culo, besabas mi cuello y mordías mis orejas. Me decías que estabas muy húmeda, que me ibas a dejar seco. Te hubiera follado en aquel mismo sitio.

Llegamos a tu casa bien arrechos, ávidos de sexo. Me tiraste contra el sofá y te subiste a horcajadas sobre mí. Te gusta llevar el control. Me desabotonaste la camisa mientras me besabas, lamías y chupabas. Me ahorraste el trabajo de quitarte la camisola y dejaste al descubierto tus dos enormes pechos que mis manos no eran capaces de abarcar. Escupiste en mis pezones y comenzaste a lamerlos con desenfreno mientras trataba de desabrochar el zipper de tu falda. Golpeaste mis manos, no querías que te desnudara, pues de eso ya te encargabas tú. Seguías lamiéndome cada vez más abajo, te arrodillaste mientras te ibas deshaciendo de la falda. Al llegar a mi pantalón agarraste mi polla por encima de la tela, acercaste tu boca y me diste un mordisco. Te di una bofetada, me habías hecho daño. Me miraste con furia y me dijiste: "Hijo de puta, pégame otra vez". Me quedé en blanco, jamás había golpeado a una mujer y tú me pedías que te diera otra bofetada. Me volviste a morder, ahora más suave y me ordenaste que te volviera a sacudir. Lo hice otra vez, procurando no lastimarte. Me pedías que te diera más fuerte. Abrí la palma de mi mano y te crucé la cara de nuevo. Me agarraste de la polla y me hiciste levantar. Me bajaste los pantalones y me golpeaste la cara. Te agarré y te empujé contra el sofá quedando de espaldas frente a mí. Te rasgué los calzones y te la metí de una vez por tu húmedo coño. Comencé un bombeo frenético al tiempo que tú proferías gritos y maldiciones. Golpeé tus nalgas hasta dejarlas enrojecidas. Me pedías que te la clavara más adentro. Agarré tu boca y te dije que te callaras. Eso te puso más cachonda. Lo sentía porque tus movimientos se aceleraban y tus gritos eran cada vez más fuertes. Te viniste en un fuerte y prolongado orgasmo y caíste reventada en el sofá. Te la saqué de tu coño chorreante y me masturbé hasta que solté chorros de mi leche sobre tu rostro y el sofá.

Me senté a tu lado y comencé a acariciarte tu espalda. Te quedaste profundamente dormida. Te tomé en mis brazos, te llevé hasta tu habitación y te dejé durmiendo en tu cama. Agarré mi ropa, me vestí y salí de tu casa con una sensación extraña. Nunca había golpeado a nadie y nunca hasta ese momento había sentido excitación de esa manera, tan salvaje, tan animal, tan extrema. Tardé tiempo en asimilarlo. No todo el mundo entiende el sexo de la misma manera. Algunas personas les gusta más suave y otras lo prefieren más duro. Condeno la violencia en todas sus manifestaciones, pero lo que surja del acuerdo entre adultos y siempre y cuando el daño proferido no sea grande, me parece totalmente lícito. Aquella experiencia fue muy excitante y siempre la recordaré. Nunca más volví a verte, ni tampoco hice esfuerzo por volverte a encontrar. Hoy te vi y me hiciste recordar esos momentos.